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¿Realmente Asia entrará en guerra por esto?



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Asia
Fecha: Septiembre 22, 2012
Los países de Asia no ven exactamente al mundo como un grano de arena, pero ellos han identificado amenazas graves que van en contra de los intereses nacionales en los diminutos farallones y bancos de peces que están esparcidos por todas sus costas. El verano ha presenciado una sucesión de disputas marítimas que involucran a China, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Taiwán y Filipinas. Durante el mes de septiembre hubo más disturbios antijaponeses en ciudades de toda China debido a una disputa sobre un grupo de islas deshabitadas conocidas por los japoneses como las Senkakus y por los chinos como las Diaoyus. Toyota y Honda clausuraron sus fábricas. En medio de una retórica acalorada por ambas partes, un diario chino amablemente ha sugerido saltarse la diplomacia sin sentido y moverse directamente al platillo principal al servirle a Japón una bomba atómica.

Eso, gracias a Dios, es una grotesca hipérbole: el gobierno de Beijing de manera tardía está intentando restarle importancia a la disputa, consciente de los intereses económicos en mantener la paz. Todo esto suena muy racional, hasta que usted considera la historia –especialmente la paralela entre la rebelión de China y la de la Alemania imperial hace más de un siglo. En ese entonces nadie en Europa tenía un interés económico en conflicto; pero Alemania sentía que el mundo se movía demasiado lento para acomodar su creciente poder, y las pasiones crudas e irracionales como el nacionalismo se afianzaron. China se encuentra reemergiendo después de lo que ésta ve como 150 años de humillaciones, rodeada de vecinos ansiosos, muchos de ellos aliados de EUA. En ese contexto, las disputas acerca de las masas de roca podrían convertirse en algo tan significante como lo es el asesinato de un archiduque.

Los optimistas señalan que el enfrentamiento más reciente es principalmente una obra de teatro político –el producto de las elecciones en Japón y la transición de liderazgo en China. La hilera del Senkakus se ha desbordado ya porque el gobierno japonés se encuentra comprando algunas de las islas de manos de un propietario privado japonés. El objetivo era mantenerlas fuera del alcance de las manos traviesas del gobernador de Tokio que está ensañado con China, quien las quería comprar él mismo. China, sin embargo, se sintió ofendida. Ésta fortaleció su propia reclamación y repetidamente envió botes patrulla para invadir las aguas japonesas. Eso impulsó la imagen de liderazgo, justo antes de que tomara posesión Xi Jinping.

De manera más general, argumentan los optimistas, Asia se encuentra demasiado ocupada haciendo dinero para tener tiempo de hacer la guerra. China es en la actualidad el socio comercial más grande de Japón. Los turistas chinos se dirigen a Tokio para comprar bolsos de mano y vestidos de diseñador exhibidos en las vitrinas de las tiendas en Omotesando. China no está interesada en una expansión territorial. De cualquier modo, el gobierno chino tiene suficientes problemas en casa: ¿Por qué buscaría problemas en el extranjero?

Asia en efecto tiene razones para mantener buenas relaciones, y este último conflicto probablemente se desvanecerá, tal como lo hicieron otros en el pasado. Pero cada vez que una hilera de islas desencadene alguna disyuntiva, las actitudes se endurecerán y la confianza será menor. Hace dos años, cuando Japón arrestó a un capitán de un bote pesquero chino por embestir a una embarcación fuera de las islas, éste detectó un acto de retaliación cuando China le bloqueara las ventas de tierras raras que son esenciales para la industria japonesa. El creciente nacionalismo en Asia, especialmente en China, agrava la amenaza. Cualquiera que sea la reclamación de Japón para con las islas, sus raíces yacen en la construcción brutal de un imperio.

Las islas importan menos debido a la actividad pesquera, de explotación petrolera o gasífera que lo que se pone en un juego de altas apuestas por el futuro de Asia. Cada incidente, sin embargo, tiene el riesgo de sentar un precedente. Japón, Vietnam y Filipinas temen que si ellos hacen concesiones, China percibirá una debilidad y preparará la próxima reclamación. China se teme que si falla en fundamentar sus aspiraciones, EUA y otros países concluirán que ellos son libres para conspirar en contra de ella.




Este es el resumen del artículo "¿Realmente Asia entrará en guerra por esto?" publicado en Septiembre 22, 2012 en la revista The Economist.

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