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Estado de negación



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Europa
Fecha: Octubre 27, 2012
La calma que le ha seguido a la promesa hecha por Mario Draghi durante el mes de julio en hacer lo que sea para salvar al euro es engañosa. El jefe del Banco Central de Europa (BCE) prometió realizarle compras potencialmente ilimitadas de bonos gubernamentales a corto plazo a los países de la zona euro que soliciten (y reciban) ayuda de prestamistas internacionales. Pero su promesa todavía está por ser puesta a prueba. Cuando llegue el momento, el solicitante probablemente será España, la cuarta economía más grande del área euro.

El gobierno de Mariano Rajoy espera que España pueda obtener un rescate de sus finanzas públicas (éste ya ha ganado apoyo por parte de sus bancos) sin tener que ejercer medidas de austeridad más severas de las que ya ha implementado. Éste argumenta que España se encuentra sufriendo un problema temporal de liquidez. Éste quiere al Mecanismo de Estabilidad Europea (MEE), el fondo de rescate permanente del área euro, para comprar algo de la deuda de España recién emitida mientras el BCE actúa para bajar los rendimientos de los bonos en los mercados secundarios. Los mercados permanecerán abiertos a España y sus finanzas públicas se enderezarán por sí mismas. Para los escépticos, todo esto suena a pensamiento positivo.

El año pasado ha sido una historia de confianza debilitada acerca de objetivos fiscales no alcanzados. Se suponía que el déficit presupuestario caería desde un 9,2% del PIB (ahora elevado a 9,7% tras una revisión) en 2010 a un 6% en 2011. Pero hubo un gran sobregiro y el déficit eventual durante el año pasado fue de 9,4%. El objetivo de este año, el cual excluye al apoyo bancario, ha sido elevado a 6,3%, pero incluso este objetivo mayor no será alcanzado: el FMI proyecta un déficit del 7%.

El desempeño de España durante este año ha sido particularmente precario en comparación con el de otros países desarrollados. Comparando sus predicciones de abril y octubre de 2012, el FMI encuentra que el balance presupuestario de España se deterioró más que en 30 economías avanzadas. La revisión al alza de la deuda (en su mayor parte debido al coste de los rescates bancarios) estuvo en segundo lugar solamente comparada con la de Grecia. Mayores decepciones parecen posibles para el objetivo de España en reducir el déficit a 4,5% del PIB en 2013, sobre todo desde que la predicción hecha por el Gobierno en que la economía se contraería en apenas un 0,5% en 2013 es optimista. El panel de analistas del diario británico The Economist predice una caída del 1,4%.

El fracaso en alcanzar los objetivos fiscales no es por falta de esfuerzos. Desde su victoria electoral en noviembre del año pasado, Rajoy ha introducido no menos de cuatro paquetes presupuestarios. Pero el problema es aún más profundo. A diferencia de Grecia, España parecía ser un alumno modelo ante la crisis fiscal. En 2007, tenía un superávit presupuestario del 1,9% del PIB y la deuda pública se ubicó en un modesto 36%. Pero las cifras se dieron el lujo de decepcionar en dos formas principales.

En primer lugar, los ingresos de España fueron impulsados mediante impuestos no confiables, ambos generados directamente por el auge inmobiliario, e indirectamente, mientras la economía dependía de las importaciones (las cuales a diferencia de las exportaciones dependen del IVA, un impuesto al consumo). Estos pozos de dinero se han secado desde la caída del mercado inmobiliario. Esto ayuda a explicar la razón por la cual los comprobantes fiscales como parte del PIB estarán abajo en más de cinco puntos porcentuales durante 2012 que en 2007, representando así la mayor caída en la Unión Europea. En segundo lugar, la habilidad de España en poner sus finanzas bajo control ha sido comprometida por un sistema defectuoso de financiamiento regional. Las 17 regiones españolas fueron principalmente responsables por el sobregiro presupuestario del año pasado y ciertamente parecen contribuir a un exceso durante este año. Bajo los cambios que han ganado velocidad en las últimas dos décadas, las regiones gastan más de un euro público por cada tres de ellos pero recaudan menos de un quinto en impuestos. Ellas entonces requieren de grandes transferencias desde el centro para poder cerrar la brecha.

Atacar estas dos fallas será doloroso. Recaudar más ingresos requiere no sólo de un incremento en los impuestos sino de una sacudida comprensiva en el sistema de impuestos. Las reformas para incrementar la tajada en impuestos al consumo al ampliar la base del IVA y recaudar otros impuestos indirectos son esenciales, según el economista en jefe para las economías desarrolladas del banco español BBVA. Pero tales reformas serían impopulares ya que implicarían el aumento de los impuestos por combustible y el aumento de la baja tasa actual del IVA en artículos de primera necesidad como lo son los alimentos.




Este es el resumen del artículo "Estado de negación" publicado en Octubre 27, 2012 en la revista The Economist.

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