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Dilemas sucesorios



Revista: América Economía
Tema: Negocios en Venezuela
Fecha: Enero 2013
Antes de partir a La Habana el 8 de diciembre, el presidente venezolano Hugo Chávez dejó el camino marcado. En un gesto impensable meses atrás, puso su dedo en el recién nombrado vicepresidente y ministro de Exteriores desde 2006, Nicolás Maduro, para que le sucediera en caso de presentársele una “circunstancia sobrevenida†que lo inhabilitara. Lo hizo por televisión, acompañado, de lado y lado, de los dos hombres fuertes del chavismo. A su izquierda, su elegido, Nicolás Maduro, y a su derecha, el presidente de la Asamblea y excompañero de armas, Diosdado Cabello. Para algunos, fue un acto simbólico de entrega del mando al sector civil con la venia del sector militar, una venia, por cierto, arrancada por la vía de la autoridad que él ejerce.

Pese al hermetismo y a la heterogeneidad que impera en el chavismo, se distinguen entre dos grandes sectores: el militar y el civil. El ala militar está encabezada por Diosdado Cabello, un teniente retirado de 49 años que participó en el fallido golpe de Estado que Chávez lideró en 1992. Fue vicepresidente y asumió interinamente la Presidencia durante la asonada que sacó brevemente a Chávez del poder en 2002. Ahora preside el Parlamento y es vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En su grupo conviven muchos excompañeros de armas del mandatario y los principales gobernadores del país. Conviven la derecha, que abraza el propio Cabello, junto a militares como el nuevo ministro de Defensa, Diego Molero, hasta el centro-izquierda, que defienden excompañeros del 92 como Francisco Arias Cárdenas, nuevo gobernador del estado petrolero del Zulia. Según analistas, este grupo tiene poder político y económico, no ideología. Es, sin duda, el que podrían ver con mejores ojos los factores económicos del país.

El ala civil tampoco se define por una ideología. Tiene una amplia formación política de izquierda, algunos incluso con una orientación guerrillera, y tienen las mejores relaciones con Cuba. En este grupo se encuentran Nicolás Maduro, su pareja y procuradora del Estado, Cilia Flores; el anterior vicepresidente Elías Jaua, y diputados como Aristóbulo Istúriz o Darío Vivas. Otros más veteranos como el actual secretario general de Unasur, Alí Rodríguez, o el octogenario periodista José Vicente Rangel. Maduro, de 40 años, fue sindicalista y chófer de autobuses, luego presidente del Parlamento y canciller desde hace seis años, quedando de facto como líder del ala civil tras su nombramiento como sucesor. Hay quienes identifican un último grupo, el familiar, integrado por el hermano mayor de Chávez y gobernador de su natal Barinas, Adán Chávez, o sus hijas María Gabriela y Rosa Virginia. Este grupo “reivindica el legado†de Chávez convirtiéndose en los “herederos†pero ninguno de sus integrantes tiene “peso propioâ€.

La mayoría de los analistas estima que Chávez se decantó por Maduro por ser el cuadro político más formado y de mayor aceptación popular, de un tono relativamente conciliador, buen conocedor del funcionamiento del Gobierno y con prestigio internacional. Esto nos devuelve a la clásica pregunta de si es factible el chavismo sin Chávez. Para los opositores, sería profundamente vulnerable. Adeptos al régimen opinan que sólo podrá surgir y mantenerse si se garantiza una dirección más colectiva. Por ahora no parece haber resistencia hacia Maduro dentro del chavismo. Pero no es lo mismo el comportamiento de los actores políticos con Chávez con vida que desaparecido. Maduro es suficientemente inteligente como para saber que tiene que soltar alguna parte del poder al grupo militar. Sabe que no puede gobernar sin el apoyo del grupo de Cabello. Para unos, cuando Chávez desaparezca, con él desaparecerá el chavismo. Para otros, más cautos, si hay pactos internos, el chavismo se mantendría unificado porque un elemento que los unifica mucho es el instinto de conservación.




Este es el resumen del artículo "Dilemas sucesorios" publicado en Enero 2013 en la revista América Economía.

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