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Mucho viento y poca luz



Revista: The Economist
Tema: Comercio exterior
Fecha: Octubre 18, 2003
Hace nueve años en una reunión en Miami, los líderes de 34 naciones americanas (excepto Cuba) develaron la visión de un continente de libre comercio desde Alaska a la Argentina. La fecha tope del acuerdo de tal Zona de Libre Comercio de las Américas está cercana: el 31 de diciembre del 2004. Los ministros de comercio de todos los países se deberían encontrar el 21 de noviembre para preparar las rondas finales de conversación, pero después del reciente colapso del evento de Cancún, las posibilidades de algún logro sobre el tema lucen inciertas.

Estados Unidos se adelantó a decir que el fiasco de Cancún no se traducía en el fin de los esfuerzos. El plan de Bush es que si los países de “no lo haremos” frenan los encuentros, se procedería con los que afirman “si podemos”. Pero tal aproximación tiene sus problemas, en parte porque la zona de libre comercio de las Américas no se puede aislar de las charlas globales. Estados Unidos y Brasil, los peso pesados del continente, no sólo tienen visiones distintas sobre el tema, sino que también se han pasado las últimas semanas atacándose públicamente. Después de Cancún, el país carioca se perfila como el líder de los “no lo haremos”. Celso Amorim, ministro del Exterior, acusó a Estados Unidos de amenazar a sus socios de negocios. A menos que ambas naciones se retracten, el encuentro de Miami podría derrumbarse tal como el de Cancún.

Los adelantos sobre el ALCA podrían darse por perdidos por algunas razones. Una de ellas es que algunos países latinoamericanos se unieron al G-21, un nuevo grupo de países en desarrollo liderado por China, India y Brasil que propugna una reforma agrícola en los países ricos y defiende los altos aranceles de producción de los países pobres. En consecuencia, la estrategia del equipo de Bush parece estar encaminada a colocar a Brasil como un villano en lugar de tratarlo como un socio serio de negocios. Charles Grassley, senador norteamericano, sentenció que ningún país del G-21 podría lograr acuerdos bilaterales con Estados Unidos; el mensaje fue captado por Costa Rica, Guatemala, Peru, Colombia y Ecuador interesados en establecer el puente comercial.

Existe un segundo gran obstáculo. Brasil anunció recientemente en Trinidad que el ALCA debería retrasarse, debido en parte a las intenciones políticas de su presidente Lula da Silva de convocar a una comunidad de naciones suramericanas (ya que sus partidarios izquierdistas lo atacan por seguir los mandatos del FMI, boicotear el ALCA es una manera de suavizar la crítica). Pero por otra parte otros países incluyendo a Colombia y Perú, hicieron un llamado por un ALCA más amplio y ambicioso. Incluso el Mercosur no apoya monolíticamente a Brasil; Uruguay y Argentina defienden la opción de un pacto más amplio. Ante la amenaza de Estados Unidos de no comerciar con los países que no acepten su enfoque del ALCA muchos exportadores brasileros han expresado su preocupación (los ministros de agricultura y comercio del país suramericano se quejaron del tratamiento del tema del ALCA por parte del ministro del Exterior).

Si la intransigencia de Brasil no hunde el ALCA, el floreciente sentimiento proteccionista en los Estados Unidos sí podría. Un ejemplo es la repentina demanda del representante comercial Robert Zoellick de la apertura de las industrias de Costa Rica tales como telecomunicaciones, electricidad y seguros. Eso podría tener cierto sentido económico, pero sería políticamente explosivo, podría representar una excusa para deshacer las negociaciones con América Central (las cuales ya se han modificado levemente) y para avivar la batalla interna en el Congreso norteamericano, particularmente especial en tiempos de elecciones cuando los legisladores tienden a ser más proteccionistas. Sería muy conveniente entonces tener una excusa para retrasar toda la discusión hasta el 2005.




Este es el resumen del artículo "Mucho viento y poca luz" publicado en Octubre 18, 2003 en la revista The Economist.

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