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La rebelión de las ruanas



Revista: América Economía
Tema: Negocios en Colombia
Fecha: Noviembre 2013
César Pachón acaba de cumplir 30 años y, pese a su escasa estatura física, ha logrado lo que ni la guerra ha conseguido: que el país voltee a mirar al campo y su ancestral problemática, poniendo de paso contra las cuerdas al presidente Juan Manuel Santos y a su gobierno. Para este ingeniero agrónomo colombiano, la ruana –prenda típica hecha de lana de oveja que distingue a los campesinos de la región de Boyacá– no es una simple postura. Pachón se define como "nacido y crecido rodeado de cultivos de papa, vacas y ovejas". Hastiados de no ser escuchados y luego de dos paros "en que nos firmaron actas con acuerdos que nunca cumplieron", unos 5.000 campesinos del departamento de Boyacá iniciaron el 19 de agosto de 2013 una nueva paralización. Como reconoce Pachón, ésta tomó "alcances que a nosotros mismos nos sorprendieron" al extenderse por todo el país.

¿Qué llevó a estos campesinos, y a los miles que les siguieron, a tomar este curso de acción? La historia de Pachón y de muchos otros es la de un país donde las relaciones de producción entre campesinos, mayoristas y empresas de alimentos han adquirido formas tales que los primeros se sienten en el desamparo. "Nuestros problemas empiezan en 1990 con la apertura económica de Gaviria, cuando a los campesinos de Boyacá los sacó (la cervecera) Bavaria del cultivo del trigo y la cebada", explica Pachón.

Pachón está recorriendo la zona de Boyacá pueblo por pueblo para explicar qué fue lo que prometió el gobierno, luego que la protesta encabezada por él derivara en un movimiento nacional que se saldó con cuatro muertos, decenas de heridos, desmanes en las ciudades, desabastecimiento en los mercados, la reestructuración del gabinete ministerial y, según algunos analistas, la caída de la posibilidad de reelección del presidente Santos.

A diferencia de países como Chile, donde las reformas agrarias de Eduardo Frei y Salvador Allende fueron capitalizadas, incluso durante la dictadura de Pinochet, para crear un sector agroexportador diversificado, en Colombia el agro mantiene una estructura decimonónica.

La desigualdad en Colombia es persistente porque hay una historia de vieja data que tiene que ver con la forma de distribución de la tierra. En el país, el 3,6% de los dueños tiene el 30% de los campos, pero el 70% de los alimentos que consume el país lo producen los "pequeños campesinos". Se dedican 39,2 millones de hectáreas a la ganadería, pero únicamente 21 millones de hectáreas son aptas para ello. Para colmo, en los últimos 20 años casi siete millones de hectáreas cambiaron de manos por medio de actos violentos. El resultado es una agricultura y agroindustria detenidas en el tiempo y una desigualdad rural que impacta: el 60% de los habitantes de zonas rurales no tiene agua potable y el 85% tampoco dispone de servicios higiénicos.

En la última década este drama adquirió nuevos elementos de crisis. Pachón habla de "150.000 hectáreas que los campesinos reemplazaron con cultivos de papa, cebolla y ganadería. Esto originó una sobreproducción que se le vendía a Venezuela. Pero en el 2008 se pelearon Uribe y Chávez, y perdimos el mercado y nos quedamos con la producción".

La situación afecta hoy incluso a los que tienen la cosecha vendida meses antes a empresas de alimentos. Es el caso de Aquilino Amaya, quien comercializa "la primera (papa), es decir, un tamaño entre 5 y 11 centímetros" con la compañía Frito Lay. Según Amaya, esta papa le deja 40% de desperdicio porque la selección es mayor que la que cultiva para la plaza, que le deja 20% de desperdicio. Afirma que la sobreproducción y la baja de precios han determinado que la empresa presione aún más en la selección y lo lleve a tener más pérdidas.

"Trabajaremos con el gobierno las salvaguardias, que es la protección de nuestros productos frente a los tratados con Mercosur, la CAN y la Alianza Pacífico, y exigimos que nuestros productos no entren en nuevos tratados", anunció Pachón luego de sellar una negociación con el gobierno. Pachón informó además que negociarán la condonación de un porcentaje de las deudas que tienen con el Banco Agrario, la compra de la cartera que tienen con la banca privada y el acceso a nuevos créditos. Estas negociaciones permitieron destrabar el conflicto, pero nada asegura que éste no se repita.

¿Comprenden los campesinos que las salvaguardias son una herramienta diplomática que no se puede emplear a todo evento y que tienen costos políticos para el país? ¿O que para colocar el excedente agrícola en un mercado extranjero implica dar algo a cambio?




Este es el resumen del artículo "La rebelión de las ruanas" publicado en Noviembre 2013 en la revista América Economía.

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