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Adelante, apuesta la granja



Revista: The Economist
Tema: Mercados emergentes
Fecha: Noviembre 02, 2013
La tercera sesión plenaria del XI comité central del Partido Comunista Chino en diciembre de 1978 cambió radicalmente a China. Dos años después de la muerte de Mao Zedong, Deng Xiaoping elevó la importancia de las fuentes de ingreso sobre las luchas de clases y lideró la apertura de China al comercio y la inversión extranjeros. En un movimiento hacia la izquierda, se aferró a las "comunas del pueblo" en el campo que habían llevado a la hambruna a las masas durante el gobierno de Mao: pero con él a cargo, pronto se desarrollaron. Las consecuencias: los ingresos anuales eran de US$ 200 per cápita; hoy son de US$ 6,000. El 9 de noviembre, el jefe del partido de China y presidente, Xi Jinping, citó en Beijing, al tercer pleno del XVIII Comité Central. Xi ha estado diciendo a los líderes extranjeros que este conclave será el más importante para China desde 1978, dejando caer pistas de cambios trascendentales.

Hay dos áreas que están pidiendo a gritos una reforma: una son las empresas estatales, con el sistema financiero que las subyace. Muchas cosas cambiaron desde las ultimas reformas en 1993. China ya no tiene infinita mano de obra barata. Poderosas pero ineficientes empresas privadas reprimen la competencia y monopolizan los recursos financieros. Una vasta mala colocación de capital da desventajas al negocio privado y a los ahorradores ordinarios, poniendo en peligro el robusto crecimiento económico de China y afectando a un partido cuya legitimidad desde 1978 descansa en la distribución de mercancías. La privatización de las empresas estatales (SOE), no está en la agenda, pero Xi debería hacerlas más comerciales y rentables. Debería también forzar una mayor competencia recortando el acceso preferencial de las SOE a las finanzas baratas. Además, dar pasos hacia la liberación de las tasas de interés y flujo de capital, allanando el camino para que eventualmente la moneda de China se haga convertible, lo que es vital para ser un poder económico maduro.

La segunda área de profundos cambios es el campo, donde el problema inmediato es que la falta de reformas rurales está conectada a una crisis en el financiamiento de los gobiernos locales, pues han sido descentralizados, pero tienen poco medios para recolectar fondos, de ahí la necesidad de un impuesto sobre la propiedad para crear una fuente estable de ingresos. Por demasiado tiempo, los jefes de los partidos locales han descansado sus finanzas (y su enriquecimiento personal) en la requisa de las tierras de los granjeros y su venta a los promotores inmobiliarios. Una inadecuada compensación y la falta de diáfanos títulos de propiedad son los mayores problemas de los granjeros, que no pueden vender sus campos ni, excepto los que viven en pueblos, sus casas. Tampoco hipotecar sus tierras o casas, lo que sí es posible en las ciudades. Darles a los campesinos totales derechos a su tierra y vivienda tendrá efectos positivos. Más de ellos se mudarán a la ciudad, pero aquellos que permanezcan disfrutarán de la libertad de no tener interferencia del partido en sus vidas diarias de la que ya disfrutan los que viven en las ciudades.

Será una profunda y popular revolución. En 1978, Deng venció a los caudillos convirtiendo a las provincias en campeones del crecimiento económico. Como la descentralización es responsable de algunos de los problemas locales actuales, Xi no va a poder enlistar a las provincias en esta revolución sin absolverlas de sus deudas . Aun así, los reaccionarios actuales son poderosos e incluyen como beneficiarios del sistema a los jefes de las SOE y los miembros corruptos de las más poderosas familias comunistas del país. Pero Xi debe vencerlos, pues si no, él y su pleno no pasarán a la historia por todas las razones erróneas.




Este es el resumen del artículo "Adelante, apuesta la granja" publicado en Noviembre 02, 2013 en la revista The Economist.

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