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Brasil ante el reto de aumentar la productividad |
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| La economÃa brasileña, incluso antes de verse afectada por la liquidación que tuvo lugar en los mercados emergentes en los últimos meses, habÃa dado señales de que el motor que la habÃa impulsado a lo largo de una década de crecimiento estaba comenzando a fallar. El 7,5% de crecimiento del PIB registrado en 2010 es un recuerdo cada vez más lejano. Desde entonces, la economÃa ha pasado por momentos difÃciles y solo ha crecido un 2,3% el año pasado, un porcentaje muy por debajo del objetivo de crecimiento del 4% al 5% fijado por el Gobierno y por los economistas del sector privado.
El fin del crecimiento del paÃs impulsado por el consumo interno en una época en que China —principal motor de la demanda de las exportaciones de commodities brasileñas— da señales de cansancio hizo que la atención, una vez más, se volviera hacia la productividad tercamente baja de la economÃa brasileña, llevando a la reflexión sobre qué hacer al respeto. Desde 2003, el crecimiento de Brasil fue resultado, en gran medida, de la inclusión, por primera vez, de millones de nuevos trabajadores en el mercado laboral del paÃs, asà como de la entrada de millones de otros en la economÃa de consumo gracias a los programas de transferencia de renta del Gobierno como Bolsa Familia, en lugar de avances en la productividad.
Ahora, sin embargo, que los más pobres reciben algún tipo de asistencia por parte del Gobierno y el paÃs está cerca del pleno empleo, y hay inclusive sectores donde falta mano de obra, los economistas advierten sobre la necesidad de enfrentar las barreras que impiden el crecimiento de la productividad, de manera que haya crecimiento en el futuro, sobre todo a medida que la población envejece en el transcurso de las próximas décadas.
No es un desafÃo cualquiera. En la década anterior a 2011, un 74% del crecimiento del PIB brasileño se produjo por el ingreso de un número mayor de personas en el mercado laboral, frente a un 26% de las ganancias en productividad. En China, un 7% es consecuencia del volumen mayor de empleo frente a un 93% de ganancias en productividad; en la India, un 18% es resultado del volumen mayor de empleo y un 82% de ganancias en productividad. En general, Brasil tiene más valor agregado que China e India, pero el crecimiento de la productividad continúa estancado. Eso es muy preocupante y es el área que necesita cambiar.
De momento, sin embargo, las dimensiones de los desafÃos que Brasil enfrenta son mucho más evidentes que cualquier solución posible. Hay un consenso sorprendentemente mayor entre los observadores en lo que se refiere a las razones por las cuáles el paÃs no consigue impulsar la productividad de la economÃa. Son varios los cuellos de botella: la infraestructura es demasiado arcaica; La educación es precaria, lo que genera una falta crónica de profesionales preparados y de trabajadores en las áreas técnicas; y la burocracia también es agobiante. El Gobierno solÃa intervenir fuertemente en la economÃa y esto no ha cambiado tanto como deberÃa para que su potencial aflorara. Por eso hay tantos cuellos de botella institucionales.
Además de los fallos en la infraestructura y en la educación, el Estado brasileño también es un estorbo para gran parte de la productividad por su burocracia pesada. Una encuesta realizada por el Banco Mundial constató que las empresas brasileñas consumen 2.600 horas al año en el pago de impuestos, más que empresas del mismo tamaño en China, India e incluso en Argentina. Abrir una empresa en Brasil exigÃa, de media, 119 dÃas frente a una media de cinco dÃas según la encuesta de la OCDE. En general, la encuesta sitúa a Brasil en el lugar 130 en un ranking de 185 paÃses en lo que se refiere a la facilidad de hacer negocios. Acabar con esas barreras para dar lugar a una mayor productividad ha sido algo muy difÃcil. Es preciso que el paÃs haga reformas amplias en la estructura institucional de la economÃa, pero la mayor decepción, sin duda alguna, ha sido la presidente Dilma Rousseff. Su antecesor, el presidente Lula da Silva, buscó dar continuidad a la apertura a la competencia en algunas áreas, pero con Dilma las cosas se estancaron.
En los últimos años, la presidente intervino directamente en los sectores de petróleo y energÃa del paÃs para frustración de los involucrados en esas industrias, al mismo tiempo que su Gobierno ha buscado limitar el retorno que las empresas que compiten por concesiones en la gestión de carreteras, aeropuertos y campos petrolÃferos en alta mar pueden esperar por la inversión hecha en la modernización de la infraestructura. El resultado fue el poco interés demostrado por los posibles inversores en sectores muy necesitados de nuevas inversiones.
Los riesgos de Brasil de no conseguir deshacer el triple nudo —infraestructura, educación y burocracia— que impiden las ganancias de productividad en el paÃs han aumentado. Aunque sólo una pequeña parte de las commodities que componen el PIB, en general, domine las exportaciones brasileñas. De los 15 productos más importantes que compusieron hasta un 83% de las exportaciones brasileñas durante el primer semestre del año pasado, nueve eran commodities, seis de las cuáles eran de origen agrÃcola y otras tres minerales, en un total combinado del 58% de las exportaciones. "El modelo de crecimiento basado únicamente en commodities o en el crédito se acabó", dice Felipe Monteiro, profesor de Gestión de Wharton. "Por lo tanto, la próxima fase será de crecimiento procedente de una eficiencia y de una competitividad mayores, pero para eso será preciso hacer los ajustes necesarios, aunque sean difÃciles".
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Este es el resumen del artículo "Brasil ante el reto de aumentar la productividad" publicado en Abril 15, 2014 en la revista Knowledge @ Wharton.
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