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El enemigo interior



Revista: The Economist
Tema: Fraudes y estafas
Fecha: Marzo 2014
Las empresas siempre han estado afectadas por el fraude. A los estafadores ambiciosos les atrae las empresas por el mismo motivo que Willie Sutton, un contemporáneo de los esquemas Ponzi, habría dicho que robaba bancos: "Porque ahí es donde está el dinero".

El riesgo es particularmente agudo en este momento. Las empresas están poniendo a prueba los lazos de lealtad. Ellas están haciendo uso cada vez más de contratistas y trabajadores temporales. Éstas se encuentran ejerciendo más presión sobre sus empleados para alcanzar sus objetivos; además les frenan los salarios a la mayoría de los trabajadores mientras le aumentan la remuneración a los jefes. Todo esto ocurre en un momento en el que la actividad económica se desplaza hacia el mundo emergente (donde el fraude corporativo es muy frecuente) y hacia Internet (donde los estafadores están viviendo una época de bonanza). Kroll, una empresa consultora de seguridad, reveló que el 70% de las empresas estudiadas fueron afectadas por problemas de fraude durante 2013 en comparación con un 61% el año anterior.

¿Qué pueden hacer las empresas para descubrir los fraudes internos? Un nuevo libro, Fraude Corporativo: el Factor Humano, escrito por Maryam Hussain, investigadora de EY, una empresa de contabilidad, proporciona una guía oportuna con respecto al caso. Una respuesta es buscar los signos reveladores. Algunos de los mayores estafadores corporativos fueron personas cuyas flamantes personalidades con frecuencia levantaron sospechas. Sin embargo, a la mayoría de estos estafadores no se les ve la "cola de reptil" como una señal reveladora. En muchos de los casos éstos no son sicópatas al límite, sino personas normales que cometen equivocaciones. Con frecuencia, comienzan con delitos pequeños y luego participan en unos cada vez más grandes para así ocultar sus fechorías.

Una segunda respuesta es la de colocar procedimientos adecuados para detectar los fraudes. La ley Sarbanes-Oxley aprobada en EUA después de los fraudes detectados en compañías como Enron y WorldCom requiere que las juntas directivas de las empresas públicas realicen auditorías independientes de sus controles financieros internos. Pero los procedimientos rigurosos pueden fácilmente darle a las compañías una falsa sensación de seguridad. Los trabajadores más afectados por esas normas pueden ser precisamente los más capaces de encontrar maneras de detectar esos fraudes.

Muchas empresas buscan sentirse tranquilas al instalar cyber-herramientas de seguridad que monitoreen los correos electrónicos de los empleados y sistemas de contabilidad internos para detectar actividades sospechosas. Pero los estafadores suelen ser más rápidos en aprovechar la tecnología para ocultar lo que están haciendo (por ejemplo, al utilizar la mensajería instantánea de sus smartphones como un canal de retorno para comunicarse con los cómplices) que las empresas tratando de detectarlos. Aquellos que realizan estafas además pueden ser expertos en engañar a sus colegas al convencerlos de que les proporcionen contraseñas –una técnica que Edward Snowden puede haber explotado con efectos devastadores.

El arma más poderosa contra el fraude no es un algoritmo o una lista de comprobación, sino un denunciante. La Asociación de Examinadores Certificados de Fraude estima que este método es tres veces más efectivo para detectar fraudes que cualquier otro. Asimismo señala que las empresas que cuentan con líneas directas para fraude, con las cuales el personal puede realizar llamadas anónimas, sufren pérdidas menores ocasionadas por fraude y reducen la llamada "brecha de exposición" entre el comienzo de una actividad ilegal y su detección a siete meses. Los gobiernos se encuentran proporcionándoles cada vez más a estos denunciantes protección legal e incentivos financieros: la Comisión de Bolsa y Valores de EUA ha creado un fondo de US$ 450 millones para recompensarlos. Aun así, el daño por fraude corporativo puede durar mucho tiempo después de que los culpables hayan sido identificados.




Este es el resumen del artículo "El enemigo interior" publicado en Marzo 2014 en la revista The Economist.

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