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La vida después del auge de las materias primas



Al proporcionar un impulso sin precedentes a las condiciones de intercambio de la región (la relación entre el precio de sus exportaciones y la de sus importaciones), el gran auge de las materias primas generado por la industrialización de China e India dio a muchos países de América Latina una década generosa, pero eso ya está decayendo. Petróleo y gas excluidos, los precios de las materias primas se han reducido en una cuarta parte de su nivel de 2011, con los precios de los minerales cayendo más que los de los productos alimenticios. Después de crecer en un promedio del 4,3% entre 2004 y 2011, las economías de la región lograron sólo un 2,6% el año pasado.

Brasil ha tenido que elevar las tasas de interés drásticamente para contener la inflación, y es improbable que supere este años su 2,3% de crecimiento en 2013. México, aunque menos dependiente de la materia prima que otros países de América del Sur, es improbable que logre mucho más. Los datos sugieren que Chile está creciendo al ritmo más lento de los últimos cuatro años. Perú y Panamá se expandieron un 5% en 2013, frente a una media del 7% desde 2005. Según los fatalistas, después de haber dilapidado el auge de una orgía de consumo, la tradicional fragilidad económica de la región ahora será expuesta con la caída de las materia primas, pero la situación es más matizada que eso.

Según expertos, Latinoamérica ha ahorrado y ha invertido más de su golpe de suerte que en el pasado (aunque menos que otras partes del mundo). La tasa de inversión en la región, en casi el 25% del PIB, ha alcanzado al fin la del sudeste de Asia (aunque Brasil, con 18%, está rezagado). La mayoría de los países ha pagado la deuda y acumulado reservas; sus sistemas bancarios están menos dolarizadas que en el pasado. Muchos países pueden permitir que sus monedas se deprecien sin desencadenar una espiral descendente de inflación y devaluación. Algunos países han sido menos responsables que otros. Venezuela, con un déficit fiscal del 12,5% del PIB el año pasado, está pagando el precio de dilapidar su bonanza petrolera. Argentina se está moviendo hacia políticas más ortodoxas, y puede apenas evitar el desastre.

El balance fiscal estructural de la región es mejor que en 1997, pero peor que en 2007. También preocupa que la depreciación monetaria atrape a las empresas latinoamericanas que se aprovecharon del dinero barato para emitir bonos en el exterior. La mayor amenaza a la estabilidad financiera es la fuerte desaceleración en China. Los precios de las materias primas se mantienen por encima de su promedio de los últimos diez años, pero la tasa de crecimiento china está por debajo del 7%. Los expertos opinan que Perú, Chile y Colombia tienen alcance para responder con medidas fiscales y monetarias. Más que la inestabilidad económica, la preocupación para América Latina es el bajo crecimiento. Con pleno empleo, y con la fuerza de trabajo y el crédito interno expandiéndose con menor rapidez, América Latina debe mirar más a las mejoras de productividad para impulsar el PIB. Y ese es su talón de Aquiles.

La productividad ha mejorado un poco, pero aún va a la zaga de Asia. Aunque los latinoamericanos tienen más educación que en el pasado, las pruebas internacionales muestran que todavía no aprenden lo suficiente en la escuela. Están también la falta relativa de innovación de las empresas, las redes de transporte deficientes y la falta de competencia, especialmente en los servicios. Otra gran desventaja es la gran economía informal. Arreglar el problema de la productividad es mucho más complicado que recortar el déficit fiscal. Los gobiernos ya no pueden darse el lujo de posponer las reformas indefinidamente. El riesgo para la región es el choque entre el bajo crecimiento y las expectativas despertadas de la creciente clase media, un choque que podría ser políticamente explosivo.




Este es el resumen del artículo "La vida después del auge de las materias primas" publicado en en la revista The Economist.

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