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Adiós, Emilio Botín: Santander se prepara para el mañana



Emilio Botín, presidente de Santander, falleció el día 10 de septiembre a los 79 años de edad. En el transcurso de las últimas décadas, Botín fue una fuerza fundamental para la transformación del banco en uno de los mayores de Europa. Poco después, en un acontecimiento no del todo inesperado, Ana Botín, de 53 años, y que hasta entonces estaba al frente de Santander en Reino Unido, fue nombrada presidente en sustitución de su padre. Con ella, ésta es la cuarta generación al frente del banco en algo más de 100 años.

Mauro Guillén, profesor de Gestión de Wharton y director del Instituto Lauder, conversó con Knowledge@Wharton sobre el legado de Botín y hacia dónde se dirige el banco ahora. Guillén es coautor del libro “Construyendo un banco global: la transformación de Banco Santander".

- Knowledge@Wharton: ¿Cuál fue la importancia de Botín para la industria bancaria, para España y para el sector bancario de todo el mundo en general? Mauro Guillén: Él fue, sin duda alguna, un banquero muy exitoso. Heredó un banco de su padre que ni siquiera era el mayor de España. En realidad, era pequeño. Tan sólo el 260 del mundo [en tamaño]. Y, hoy en día, es uno de los diez más grandes del mundo. Es el mayor de la eurozona. Por lo tanto, desde ese punto de vista, Botín ciertamente pasará a la historia como uno de los banqueros más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Él fue un gran estratega, pero también supo ser táctico, porque a menudo cogió por sorpresa a la competencia. Es una figura importante en la industria bancaria mundial y también, por supuesto, en la vida económica y financiera de España.

- Knowledge@Wharton: La hija de Botín, Ana, fue designada presidente en sustitución de su padre. Antes de su designación, había cierto temor entre algunos inversores de que la familia tuviera una influencia muy grande sobre el banco, a pesar de haberlo gestionado con tanto éxito y de que su participación sea de sólo el 2%. Sin embargo, esto parece indicar que la familia contaba con mucho apoyo en el consejo de administración y en posiciones de poder. Por tanto, tal vez se pueda decir que era acertado que ella ocupara el lugar de su padre. ¿Esto es así? Guillén: Sí, desde luego. Ana tiene, además, una larga historia en el banco. Está claro que ella pertenece a una generación diferente, está en la franja de los 50 años. Es muy cosmopolita, habla varios idiomas, ha trabajado en numerosas áreas del banco. Pero, está claro, que siempre habrá alguna sombra de duda de si ha llegado a la cima de una de las instituciones financieras más importantes del mundo por su apellido o por méritos propios. Eso es algo que, por mucho que se esfuerce, estará siempre presente. Pero me gustaría resaltar que existen algunas ventajas en tenerla al frente del banco. Una de ellas es la estabilidad. Se tiene la garantía de que la estructura de gobierno corporativo actual, que ha funcionado de forma relativamente buena, no cambiará. El papel de la familia Botín será siempre objeto de discusión. Yo diría que en lugar de pensar en el hecho de que ella es dueña de solo el 2% del patrimonio del banco, lo más importante es saber que la mayor parte de la riqueza de la familia está invertida en acciones del propio Santander. Por lo tanto, eso significa que si ellos tienen alguna influencia en la gestión del banco, hay una concordancia de objetivos. En otras palabras, ellos quieren que el banco tenga éxito.

- Knowledge@Wharton: Hoy, dado el cambio de generación, ¿podría decirnos hacia dónde va Santander como institución, y de qué modo eso puede cambiar con Ana Botín? Guillén: Santander está en fase de reorganización actualmente, en el sentido de que ahora las economías emergentes no están creciendo tanto como hace dos o tres años, sobre todo en América Latina. Santander estaba vendiendo algunos activos y comprando otros. El banco estaba intentando seguir con la reducción de costes para ganar eficiencia, quería reorganizarse para ese mundo nuevo, en que no está claro de dónde vendrá el crecimiento. Estaba también en medio de un proceso de atracción de jóvenes profesionales para otorgar espacio a una nueva generación. Por lo tanto, lo que estamos viendo hoy, tras la muerte de su presidente, es un cambio en la cumbre de la organización. Sin embargo, a lo largo de los últimos dos o tres años el banco ya había estado evolucionando en el segundo y tercer nivel de gestores. Respecto a Ana Botín y a los desafíos que tendrá por delante, creo que, de lejos, lo más importante será la manera por la cual el banco se beneficiará de la tecnología de la información y de la movilidad, así como de ese modo de pensar sobre los servicios bancarios y financieros que están emergiendo, en que instituciones no bancarias como Paypal, o ahora Google, juegan un papel cada vez más importante. Creo que ése será su mayor desafío. La dificultad de esa nueva generación no es tanto entrar en nuevos mercados, sino buscar medios que transformen la generación actual en clientes que paguen. En ese sentido, creo que la tecnología jugará un papel muy importante.




Este es el resumen del artículo "Adiós, Emilio Botín: Santander se prepara para el mañana" publicado en en la revista Knowledge @ Wharton.

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