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Solo para duros



Alex Ortiz es un líder sindical colombiano que en 2008 fundó de la Unión de Trabajadores de la Industria Energética Nacional (UTEN), que promoviendo un sindicalismo propositivo y con visión empresarial, entre 2008 y 2010 firmó contratos de operación con la Superintendencia de Servicios Públicos y Domiciliarios para hacerse cargo de centrales eléctricas en Cauca y Amazonas, ambas intervenidas y en proceso de liquidación. Estas plantas siguen vigentes y le dieron a UTEN una experiencia de gestión que Ortiz propuso llevar fuera del país. A mediados de 2011, comenzó a afinar una propuesta financiera para que UTEN asumiera la deprimida Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) de Honduras, que tiene una deuda de US$ 650 millones y pérdidas de casi un 40%, agravadas por la falta de inversión en las redes de distribución y transmisión del sistema interconectado nacional de la empresa.

Honduras es uno de los países más pobres de América Latina. El déficit fiscal proyectado para este año es del 6% y la deuda pública representa casi 70% del PIB, lo que pone en duda hasta los mejores planes de inversión. Según el Banco Mundial, ocupa el lugar 127 a nivel mundial para hacer negocios y en cuanto a proteger a los inversionistas y hacer cumplir los contratos, está en los lugares 170 y 182. Además, tiene la tasa más alta de homicidios a nivel mundial. Se estima que entre 2009 y 2010 el país perdió casi US$1.000 millones en Inversión Extranjera Directa (IED) a causa de la inestabilidad política, la crisis financiera internacional y la inseguridad. En este contexto la entrada de un inversionista extranjero a ENEE es vista como un elemento crucial para ir disminuyendo el déficit fiscal, tanto por el FMI, como por el Banco Central de Honduras (BCH). En septiembre de 2013, Ortiz, a nombre de la UTEN, hizo una oferta de US$ 325 millones por la empresa y más de un año después, el negocio aún sigue atrapado en los recovecos de la burocracia hondureña.

La UTEN no es el único ejemplo de inversión colombiana en Honduras. En 2012 Davivienda, el tercer banco más grande de Colombia, pagó más de US$830 millones por los activos del banco británico HSBC en Costa Rica, El Salvador y Honduras. Del total, US$150 millones fueron destinados a Honduras. La cementera Argos, por su parte, entró en Honduras comprando la compañía francesa Lafarge por US$306 millones en septiembre del 2013. El plan de UTEN para transformar la sangría de la eléctrica hondureña en utilidades no tiene nada de extraordinario: subir tarifas y despedir trabajadores. La ENEE tiene más de 5.000 empleados y sólo necesita la quinta parte. El plan de la UTEN incluye reducir la planta a 1.000 empleados en ocho años, planteamiento radical para una organización sindical. Uno de los eslabones débiles del negocio es que durante años la falta de inversión pública implicó que ENEE fuera siendo desplazada del negocio de la generación por varios operadores privados, que hoy representan el 63% de la generación eléctrica.

Ortiz y UTEN apuestan al control mayoritario de la compañía y a poner colombianos en los puestos clave, de lo contrario, no invertirán. Por otro lado, el gobierno no puede cerrar el negocio hasta que lleguen a acuerdo con bancos y otros inversionistas; buscan una inversión encima de los US$ 800 millones, y no han podido convencer a la UTEN de invertir los US$500 millones que faltan. Ortiz ve un tema político y presiones de los diputados para evitar que el control de ENEE quede en manos de un operador privado extranjero. El Estado no acepta la oferta dado que buscan el 51% de las acciones de la ENEE. Después de tres años Ortiz se declara desmotivado y perdiendo el impulso de sus inversionistas. Aun así tiene programado volver a Tegucigalpa hacia finales del año, a ver si las previsiones se cumplen y el gobierno ha cerrado el negocio. Si encima Honduras recibe el apoyo del FMI, el escenario para este y otros inversionistas colombianos podría cambiar.




Este es el resumen del artículo "Solo para duros" publicado en en la revista América Economía.

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