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Ganancias en tiempos de guerra



Revista: The Economist
Tema: Seguridad y defensa
Fecha:
El estado islámico podrá ser una amenaza geopolítica, pero aún no ha afectado demasiado los negocios. Muy cerca de él, en el Irak manejado por los curdos, tres compañías petroleras continúan bombeando crudo que es conducido por tuberías o enviado por carretera a Turquía sin que su valor de mercado sufra una caída demasiado dañina. Esa mezcla de inestabilidad y de que los negocios sigan su curso se da en todas partes. Henry Kissinger, el decano de los estrategas en política exterior, describe en su nuevo libro un mundo donde el desorden amenaza, y la violencia en Ucrania y el Medio Oriente, y las tensiones al sur del Mar de China le dan la razón. En teoría, tras 20 años de expansión global, las multinacionales son más vulnerables que nunca, y tienen el 20-30% de sus ventas en mercados emergentes, alrededor del doble del nivel de mediados de los 90. Todas ellas enfrentan riesgos políticos que pueden fluctuar desde la inestabilidad en la moneda, las regulaciones vindicativas, los frenos al envío del efectivo al país de origen hasta los disturbios en la producción por sanciones o incluso la nacionalización.

Pero ninguno de los desórdenes geopolíticos recientes ha impactado demasiado en las empresas o los mercados financieros. Hay una explicación obvia: los lugares que sufren conflictos son políticamente importantes, pero pequeños económicamente. El Medio Oriente, África del Norte, Rusia y Ucrania juntos generan solo el 7% de la producción económica mundial. Solo el 2% de las acciones de firmas extranjeras, estadounidenses, japoneses y británicas está allí. Las operaciones financieras y servidores computacionales de las multinacionales siguen basados en Occidente, Singapur o Japón. En 1973, 1979 y 1990 el precio del petróleo transmitió la inquietud del Medio Oriente a todo el mundo, pero la mezcla energética se ha desviado desde entonces, y EUA tiene montones de gas bituminoso. Una política monetaria relajada también ha mantenido a flote los mercados.

Las compañías hasta ahora han resultado mejores que lo esperado absorbiendo el riesgo, lo que tienen poco que ver con la asesoría de expertos en política y mucho con el sentido común. Para empezar, es posible sacar buenas ganancias en lugares con problemas. La mayoría de las multinacionales han reducido sus riesgos. Las crisis hipotecaria y de la eurozona ayudó sin proponérselo: las grandes empresas llevan más efectivo que antes, lo que disminuye la exposición a una congelación del mercado de créditos. Y la mayoría ha seguido la política de diversificación geográfica. La concentración excesiva en un país, es un error clásico que ha traído incontables pérdidas, pero a medida que se han expandido en las pasadas dos décadas, las multinacionales se han diseminado más, protegiendo así sus inversiones, y junto con el impulso a su liquidez y la cautela con sus apuestas se han hecho más inteligentes al manejar sus redes de producción. Y han aprendido en los pasados cinco años que se necesita más relajación en su cadena de suministro y no solo eficiencia, sino también mucha resistencia.

No es que esté exagerado el riesgo geopolítico. Los ejecutivos admiten que hay escenarios catastróficos que los desvelan en las noches. Las tensiones con Rusia podrían escalar, llevando a sanciones más apretadas que corten el suministro de gas a Europa. El derrocamiento de la monarquía geriátrica de Arabia Saudita podría disparar los precios. Y todos están temerosos de la inestabilidad política o de un desplome económico en China. Aunque la geopolítica pudiera no destruir las actuales corporaciones multinacionales, sí podría alterar sus planes de inversión. Tal como los países, esas compañías no tienen aliados permanentes, solo intereses permanentes.




Este es el resumen del artículo "Ganancias en tiempos de guerra" publicado en en la revista The Economist.

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