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Creencias firmes



Revista: The Economist
Tema: Ética
Fecha:
Cuando Asia cayó en crisis en 1997-98, se asumió que los opacos y sobrediversificados grupos de negocios de la región se verían obligados a tragarse el modelo anglosajón de capitalismo. Ya sea que estuvieran dominados por magnates o por el Estado, estos negocios se volverían abiertos, enfocados, responsivos a los inversionistas y manejados por profesionales. Actualmente, la idea de que el Asia corporativa vaya a converger con occidente parece una locura. Alrededor del 70% de su valor de mercado está representado por firmas manejadas por el Estado o por “casas de negocios†(amplios conglomerados usualmente controlados por una familia). Las firmas asiáticas gastan solo la tercera parte de sus ganancias en dividendos y reventa de acciones, comparados con tres cuartos para las firmas europeas y 90% para las norteamericanas.

De hecho, para el tipo anglosajón, el Asia corporativa a menudo parece estar retrocediendo en el tiempo. Como el caso de las supuestas reformas de las firmas estatales de China, con el uso de alianzas de accionistas cruzados y vagas metas estratégicas que hacen prever una era oscura. La quiebra de los préstamos de alto riesgo y otros escándalos han manchado la imagen del capitalismo anglosajón. Muchas de las estrellas nacientes de occidente han rechazado sus ideales. Alibaba, una firma digital comercial china, ha cotizado en EUA con una estructura de propiedad compleja que deja a los inversores prácticamente indefensos. Los conglomerados privados más grandes de India aún están metiendo las manos en cada rincón de la economía, las casas de negocios de Corea del Sur, por momentos parecen revertirse a las viejas formas. Una encuesta reciente concluyó que la ascendencia de las firmas en Asia (juzgada por medidas tales como la independencia del consejo administrativo) ha empeorado desde 2012.

Quizás Asia solo tiene su propia forma de hacer negocios. Es posible que los débiles sistemas legales y los mercados de capital hayan llevado a las firmas asiáticas a diversificarse y descansar en redes políticas y familiares. Para sus detractores, este hábito fomenta el clientelismo, para los seguidores, permite la toma de decisiones a largo plazo, pero ambos lados coincidirán en que los valores corporativos “asiáticos†solo se harán más poderosos a medida que el peso económico del continente en el mundo se eleve, un punto de vista tan complaciente como la creencia de que Asia va a imitar a occidente. Fuerzas poderosas a largo plazo impulsarán a las firmas asiáticas al cambio (Li Ka-shing, de 86 años, el segundo hombre más rico del continente, en enero anunció un ordenamiento de su imperio de propiedades interconectadas, ventas minoristas y activos de telefonía, para ayudar a sus hijos a asumir el control). Hace más felices a los inversionistas (el valor del grupo se elevó en US$ 12 mil millones) y ayuda a crear capital, de modo que los principales negocios del grupo ganen en tamaño.

Estas tres fuerzas (mortalidad, necesidad de complacer a los accionistas y búsqueda de una escala global) llevarán a la reforma a otras firmas. A medida que los patriarcas se hagan más viejos, los inversores institucionales ganarán más garra, especialmente mientras más asiáticos ahorren para su retiro. Ya los fondos globales como BlackRock son los mayores inversores externos de muchas empresas, forzando decisiones y presionando a las firmas para elevar sus ganancias. Las firmas activas en sectores abiertos a la competencia extranjera necesitarán concentrar sus municiones para ganar amplitud económica, en lugar de seguir con la vieja forma de diversificación expansiva. El resultado podría ser una cohorte en ascenso de firmas asiáticas como la de la familia de Li, con las familias (o el Estado) ejerciendo algún control, pero con responsabilidad por parte de otros inversores y un énfasis en el escalamiento global. Suponer que las firmas asiáticas convergirán con el ideal anglosajón podrá parecer algo loca, pero también lo es la idea de que se estancarán.




Este es el resumen del artículo "Creencias firmes" publicado en en la revista The Economist.

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