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Reporte especial sobre Brasil



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Brasil
Fecha: Febrero 22, 2003
¿Por qué los Estados Unidos ha prosperado y Brasil no? Los dos son países de gran extensión geográfica, cada uno domina la mitad de las Américas, cada uno está dotado de extensa población, tierra y recursos naturales. Cada uno ha permanecido unido, con un sentido fuerte de nacionalismo, después de ganar su independencia de sus colonizadores europeos. Pero mientras los Estados Unidos se ha convertido en superpotencia económica mundial, Brasil no ha podido superar sus niveles social y económico, y se mantienen como el eterno “país del futuro”, al cual el futuro nunca llega.

Los brasileños se han torturado con esta comparación durante décadas. Algunos culpan de esta situación a la creencia en la figura de un Mesías que vendrá a realizar milagros, lo que contrasta con la habilidad de los americanos de organizarse y trabajar para construir una nación en conjunto. A juzgar por la adulación que han brindado a Lula Da Silva, electo presidente en octubre, muchos podrían pensar en él como el Mesías esperado. Lula, sin embargo, como es llamado por sus coterráneos ha expresado que no puede hacer milagros solo, por lo que ha convocado al “pacto social” con todos los niveles de sociedad - lo que a su criterio permitirá a los brasileños alcanzar los estándares esperados de prosperidad, justicia e igualdad, esforzándose por tener “la nación que siempre hemos soñado”, tal como enfatizó en su discurso presidencial.

Aunque Brasil se ubica más en el rango de países con ingreso medio, la desigual distribución de sus riquezas hace que los más pobres (la mayoría) tengan acceso al 10% del ingreso nacional. A pesar de las mejoras en los niveles de salud, 19% de los hogares carece de instalaciones de agua y las comunidades de escasos recursos en las periferias de las principales ciudades se caracterizan por el alto índice de criminalidad.

Lula ganó las elecciones criticando al anterior gobierno por su incompetencia e inacción y prometiendo drásticas reformas que traerían rápidas mejoras. Abandonó el radicalismo que lo caracterizó (e hizo perder dos elecciones anteriores) y dejó de propugnar el rompimiento con el Fondo Monetario Internacional. Una vez electo Lula anunció que reconstruiría a Brasil desde cero, a pesar de que las mejores proyecciones indican que el éxito está en la continuidad de las políticas de su predecesor, el presidente Cardoso, básicamente las correspondientes a áreas como educación y salud.

Para lograr la reelección en el 2006, Lula tendría que hacer realidad sus promesas, proceso para lo cual no cuenta con mucho tiempo considerando las condiciones económicas adversas que enfrenta. El Gobierno tiene deudas por el orden de los US$ 250 mil millones, es decir el 56% del PIB. Enfrenta además con otros obstáculos como las dudas que asaltaron a algunos inversionistas durante la campaña, como la honestidad del movimiento de Lula y sus seguidores hacia una tendencia algo más central o su capacidad administrativa para gobernar un país tan extenso y de tanta diversidad.

Después de la victoria de Lula continuó la recuperación del real y los mercados reaccionaron positivamente a los pronunciamientos del nuevo equipo económico. Pero la situación todavía es frágil. Si los inversionistas concluyen que no se está haciendo lo correcto en materia económica evitarán por todos los medios cualquier actividad en el país que pueda perjudicarlos. Pero si Lula puede convencerlos de que está organizando las finanzas, será capaz de mejorar las condiciones de los compromisos contraídos por el país y potenciar el crecimiento económico.

El escenario ideal sería que Lula usara su popularidad para impulsar las reformas y opacar cualquier amenaza de los mercados de un colapso económico. Las mejoras en el ámbito económico también pondrían al pueblo de su lado y contaría con recursos para cumplir las promesas de orden social que ha hecho. Los congresantes, la opinion pública y los medios se verían obligados a colaborar con él. A medida que mantenga su popularidad, sus principales oponentes se comprometerían a respaldarlo en aras del interés nacional. Pero por ahora el triunfo o la tragedia son dos posibilidades. Mucho tiene sobre sus espaldas este hombre que ha pasado de limpiabotas a líder obrero y ahora a presidente de una de las democracias más duraderas. Su primer y mayor reto será el de dar rumbo a la economía de su país.




Este es el resumen del artículo "Reporte especial sobre Brasil" publicado en Febrero 22, 2003 en la revista The Economist.

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