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Adelante



Revista: The Economist
Tema: Globalización
Fecha: Octubre 08, 2005
El trabajo es el eslabón perdido de la globalización. El flujo de trabajadores a través de las fronteras es duramente rechazado, lo que distorsiona el mercado laboral mucho más que el de capitales y servicios. El precio mundial del capital lo establece Estados Unidos, y el del petróleo lo establece Arabia saudita. Pero no hay nada parecido para el precio mundial del trabajo. Los salarios pueden diferir inmensamente dependiendo del pasaporte del trabajador.

Pero con sólo flexibilizar un poco el movimiento de trabajadores se generaría una gran eficiencia. Según los expertos, dejar que trabajadores pobres entren a países ricos en cantidades modestas (3% de la fuerza laboral local) durante períodos de tiempo determinados, podría significar un beneficio para el mundo en desarrollo de US$ 200 mil millones al año. Dados estos números, muchos expertos se preguntan por qué se gasta tanta energía en liberar el comercio y el capital, y tan poco por liberar el trabajo.

Sin embargo, la lógica de las migraciones temporales resulta irresistible. Los países ricos están interesados en la mano de obra inmigrante, pero no quieren ocuparse de estos trabajadores cuando envejezcan. Los países ricos prefieren una constante rotación de trabajadores, jóvenes y activos, que dejen el país antes de que envejezcan. Pero este tipo de inmigración es también más beneficiosa para los países pobres. La razón está relacionada con las remesas: mientras más tiempo pase un inmigrante lejos de casa, menor será la parte de su salario que enviará a su país.

Algunos economistas creen que los Gobiernos deberían establecer cuotas de visas y subastarlas. Asimismo, podrían establecer un precio por los permisos laborales. Ambos esquemas tienen la virtud de que asignan visas de acuerdo con la percepción privada de su valor, y no según las suposiciones del Gobierno de turno.




Este es el resumen del artículo "Adelante" publicado en Octubre 08, 2005 en la revista The Economist.

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