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Zona radioactiva



Revista: América Economía
Tema: Negocios en Argentina
Fecha: Octubre 2006
Autor(es): Juan Pablo Dalmasso
Los técnicos y científicos de la argentina Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el complejo de investigación y desarrollo más importante del país rioplatense, tienen marcado con rojo en el calendario el día 28 de agosto de 2006. No es para menos. En esa fecha el gobierno de Néstor Kirchner decidió oficialmente relanzar un plan nuclear argentino después de dos décadas de estancamiento.

Éste contempla una inversión de US$ 3.500 millones para terminar su tercera central, la vetusta obra de Atucha II, ampliar la vida útil de la Central Embalse –la de mayor potencia de las dos que tiene en actividad–, además de construir una cuarta central atómica con apoyo canadiense si los estudios de factibilidad respaldan los anhelos. El objetivo final es restaurar la participación nuclear en el orden del 15% del menú eléctrico. Pero eso no es todo: los fondos también incluyen el desarrollo del prototipo del reactor de baja escala Carem, una pieza de diseño local, además de ampliar o procurar el manejo completo del ciclo de combustible e insumos necesarios para su producción.

Los argentinos tienen razones más urgentes que la resurrección de ilusiones para incursionar en el difícil campo de la energía atómica. La escasez energética viene encendiendo luces naranjas en la economía, las reservas de gas propio se han acortado a una década y las provisiones de gas boliviano o fuel oil venezolano disparan los costos de generación, tornando la energía nuclear en una opción competitiva para atender las necesidades energéticas.

Pero los argentinos no son los únicos en desempolvar sus sueños. Ni los más pretenciosos. México asignó este año un presupuesto de US$ 700 millones para hacer el mantenimiento y repotenciar los reactores de la central de Laguna Verde, en Veracruz, la que provee el 2% de la energía eléctrica mexicana. No obstante, es en Brasil donde están los planes más ambiciosos, pese a que la mayor parte de su matriz eléctrica se origina en energía hídrica. Este año la estatal Indústrias Nucleares do Brasil inauguró su fábrica de enriquecimiento de uranio, de donde saldrá el combustible necesario para Angra I y Angra II, y unos ahorros de US$ 35 millones anuales.




Este es el resumen del artículo "Zona radioactiva" publicado en Octubre 2006 en la revista América Economía.

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