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Equilibrio político



Revista: América Economía
Tema: Política
Fecha: Enero 2007
Autor(es): Susan Kaufman Purcel
La sabiduría convencional respecto del resultado de las últimas elecciones en América Latina muestra que ellas indican un alto grado de polarización política en la región. De un lado, el populista autoritario que reclamaba el rechazo de las llamadas políticas económicas neoliberales en favor de un retorno a las economías estatistas de los 70. Del otro, el populista democrático que aceptaba mejor la economía de mercado, aunque siempre deseoso de equilibrarla con políticas sociales. Las victorias de Daniel Ortega y Rafael Correa en las recientes elecciones presidenciales en Nicaragua y Ecuador, sin embargo, pueden ser una señal de la consolidación de una tendencia hacia políticas menos polarizadas en América Latina.

Dada su historia de ex marxista revolucionario, muchos temían que la victoria de Ortega significara la destrucción de la democracia y de la economía de libre mercado de Nicaragua y el retorno del país a las políticas sandinistas del pasado. Sin embargo, Ortega ha prometido respetar la propiedad privada, estimular la inversión extranjera, mantener las exitosas políticas de estabilización económica de su predecesor, continuar con la membresía de Nicaragua al CAFTA e intentar trabajar con Estados Unidos. Correa, un economista de izquierda educado en Estados Unidos, también ha dicho que valora la inversión extranjera y que seguirá “estrictamente la ley”.

Todavía es pronto para saber si el nuevo Ortega es de verdad. Si lo es, se sumará al grupo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, un ex dirigente sindical marxista, y del presidente Alan García, de Perú, un ex populista de izquierda. Ambos ahora se consideran presidentes comprometidos con la combinación de políticas promercado y políticas sociales que estrecharán la brecha entre los ricos y los pobres en sus respectivos países. Estos tres no son los únicos presidentes latinoamericanos que tratan de combinar políticas económicas generalmente etiquetadas como de centroderecha con políticas sociales consideradas como características de gobiernos de centroizquierda. Por ejemplo, las políticas económicas del presidente Lula representan la continuidad de las implementadas por su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, en el pasado un severo crítico de las economías de mercado y las corporaciones multinacionales.

Esa continuidad es un importante avance en una región que ha sido precipitada en apoyar políticos que quieren “cambiar el modelo” si las políticas no dan los resultados prometidos rápidamente. Debido a esta constante oscilación, América Latina ha dado a menudo dos pasos adelante y uno –o más que uno– atrás. La nueva voluntad de los presidentes izquierdistas de experimentar con cambios graduales más que radicales para alcanzar sus objetivos es un buen avance.




Este es el resumen del artículo "Equilibrio político" publicado en Enero 2007 en la revista América Economía.

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