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La próxima crisis energética



Revista: Fortune
Tema: Industria de energía y petróleo
Fecha: Agosto 20, 2007
Autor(es): Nicholas Varchaver
Port Fourchon parece el fin del mundo. A medida que se viaja al sur en la Autopista 1 de Louisiana, atravesando Bayou Lafourche, van apareciendo marismas que se extienden hasta llegar a este lugar, a 60 millas de Nueva Orleáns. Las marismas, una vez conocidas como la “pradera temblorosa”, llegan hasta el Golfo de México. Esta zona está repleta de instalaciones petroleras. Y, si bien pocos estadounidenses la conocen, es vital para el país. Sin Port Fourchon y su flota de buques que traen alimentos, suministros, equipos y refuerzos para las plataformas del Golfo, Estados Unidos perdería el acceso a casi un quinto de todo el petróleo y el gas que consume.

Port Fourchon también es el hogar de millas y millas de oleoductos. Son los alimentadores del Puerto de Louisiana, donde atracan los inmensos tanqueros que traen 11% del petróleo extranjero. Además, los gasoductos de Fourchon llevan los hidrocarburos a refinadoras que, en total, constituyen la mitad del poder de refinación del país.

Si el puerto parece un espejismo al borde de la marisma, es porque su permanencia está menos que asegurada. El puerto yace en una región (que escapó de los efectos más devastadores de los huracanes Katrina y Rita) que ha sufrido lentamente dos fenómenos igualmente ruinosos: erosión y hundimiento de la tierra. Cerca de 25 millas cuadradas de Louisiana se han estado hundiendo en el Golfo cada año en los últimos tres cuartos de siglo. Una superficie de 1.900 millas cuadradas, más o menos el tamaño de Delaware, desapareció entre los años treinta y 2005; y otras 217 millas cuadradas fueron pulverizadas por Katrina y Rita. Y esta pérdida de terreno, según Ted Falgout, que dirige Port Fourchon durante 28 años, constituye una creciente amenaza no sólo para la gente que vive ahí sino para el suministro energético de Estados Unidos.

El problema afecta todo el sur de Louisiana. A medida que la tierra le cede el paso al agua, miles de millas de oleoductos y gasoductos, que fueron construidos bajo tierra y que no están diseñados para soportar el agua y las olas, están quedando expuestas. “Algunos oleoductos, que yacían en la marisma, bien protegidos, están ahora cinco o seis pies bajo el agua, en una bahía muy transitada por barcos”, señala Falgout. “En esto están gastando su dinero las compañías petroleras. Hay muchas compañías que no quieren discutir el problema; pero ya hay señales de ansiedad”.




Este es el resumen del artículo "La próxima crisis energética" publicado en Agosto 20, 2007 en la revista Fortune.

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