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Un dragón hambriento



Revista: The Economist
Tema: Negocios con China
Fecha: Marzo 15, 2008
Las autoridades chinas están tan ansiosas de obtener materias primas para sostener el gran crecimiento económico, que están dispuestos a invertir billones de dólares en cualquier país, desde Congo hasta Canada, pasando por Indonesia y Kazakhstan. Están recolectando petróleo, gas, carbón y metales, o pagando por los derechos para obtenerlos. Gracias a esta inversión, que es superior a lo que invierten los gobiernos e inversionistas de occidente juntos, regiones como Africa y América Latina están creciendo al ritmo más acelerado de las últimas décadas.

El apetito chino por los recursos ha aumentado los precios de todo tipo de productos, como petróleo y granos, e incluso ha afectado los precios de transportarlos. Con una quinta parte de la población mundial, China hoy consume la mitad del cemento, un tercio del acero y una cuarta parte del aluminio.

Además de prosperidad, la expansión de China trae ansiedad. En Estados Unidos han vetado compras de empresas petroleras chinas por seguridad nacional. En Zambia los opositores están atacando al gobierno por la presencia de chinos en el país. En el extremo occidental de Rusia, los residentes piensan que los chinos vienen a llevarse su madera y petróleo, y quizás a colonizar los espacios vacíos. Algunas organizaciones no gubernamentales piensan que los chinos puedan ignorar estándares legales, ambientales y de empleo, en su afán de conseguir recursos, dejando a su paso corrupción, contaminación y explotación. Angola, por ejemplo, ha recibido tanto dinero de China que en el 2006 decidió que no necesitada dinero del FMI – y en consecuencia, no tenía que cumplir con los requerimientos de transparencia y estándares de gerencia que vienen con este.

Pero la peor consecuencia no será en los países de origen de los recursos, sino en la propia China. El país pasó de estar en la miseria a ser un glotón. El aumento desmesurado en el consumo de energía, por ejemplo, ha llevado a aumentar las importaciones de petróleo, gas y carbón – pero ha vaciado al país de aquello que no puede importar: aire puro y agua limpia.

Los problemas ambientales no tumbarán al régimen comunista, y no causan demasiado resentimiento en la población. Pero si están llevando al gobierno a reflexionar sobre cual es el tipo de camino económico que se quiere. Sus esfuerzos por aminorar el crecimiento y aumentar la eficiencia energética han tenido poco efecto. Pero si siguen fallando, eventualmente harían al país menos próspero y mas inestable.




Este es el resumen del artículo "Un dragón hambriento" publicado en Marzo 15, 2008 en la revista The Economist.

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