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El tsunami silencioso |
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| Las fotografÃas del hambre usualmente mostraban ojos pasivos y barrigas hinchadas, que ocurrÃan cuando la cosecha fallaba, por culpa de algún conflicto armado o sequÃa. La crisis llegaba de pronto, y estaba bien localizada. Afectaba siempre a los más débiles.
Las fotos de hoy son distintas. Se trata de un Tsunami silencioso. Una ola de inflación en los precios de la comida se mueve por todo el mundo, dejando en su camino protestas y gobiernos debilitados. Por primera vez en 30 años, las protestas ocurren en varios sitios a la vez.
Las clases medias en los paÃses pobres están dejando sus seguros y olvidando la carne, para poder comer tres veces al dÃa. Los pobres que ganan us$2 al dÃa, están sacando a sus hijos de la escuela y eliminando los vegetales de su dieta, para poder comprar arroz. Quienes viven con us$1 al dÃa, están comiendo una vez al dÃa. Y quienes viven con 50 centavos al dÃa, les espera un desastre. Cerca de mil millones de personas viven con us$1 dólar al mes (la medida común de la pobreza absoluta), y con un aumento del 20% en los alimentos, unos 100 millones de personas se incorporarÃan a este grupo.
En muchos paÃses, se perderÃan los esfuerzos de reducción de la pobreza de los últimos 10 años. Y como los mercados están agitados, podrÃan ocurrir desórdenes civiles que pondrÃan en peligro a la globalización. Es un problema que los paÃses ricos deben tomar muy en serio; pero las soluciones no son fáciles, ya que son varios problemas a la vez, y cada uno necesita una solución distinta. Peor aún, algunas de las soluciones que se podrÃan aplicar hoy, complicarÃa las cosas a largo plazo.
El primer paso debe ser ayudar al World Food Programme (Programa Mundial de Alimentos o WFP) a distribuir comida en aquellos paÃses que están en mayor peligro, como Africa Occidental. Este programa es la principal barrera entre los hambrientos y morir de hambre; pero con el aumento de los precios de los alimentos, necesita unos us$700 millones más para distribuir la misma cantidad de comida que el año pasado.
Lo que hace el WFP funciona bien para aquellos lugares donde hay poca o nada de comida. En otros paÃses, donde no hay escasez absoluta sino la necesidad de disminuir los precios, regalar comida afecta a los mercados locales y hace daño a los granjeros. En esos casos, es preferible distribuir dinero, a través de programas de protección y esquemas del tipo trabajo-por-comida. Este tipo de ayuda podrÃa ser manejado por WFP con fondos de los grandes paÃses. Todas estas son acciones a corto plazo, que no resuelven los verdaderos problemas.
El verdadero problema se resolverÃa liberando los mercados. En los productos agrÃcolas, existe intervención a todo nivel, en la forma de cuotas de importación, subsidios y controles. Esto ha generado bajos precios y desincentivos para los granjeros pobres. Pero ahora, producto de la nueva distorsión ocasionada por el subsidio a los bio-combustibles, los precios se han disparado; los gobiernos han empeorado la situación, con controles adicionales. Liberar los controles, en estas circunstancias, reducirÃa los precios y permitirÃa a los granjeros ganarse la vida. En otras palabras, los gobiernos no deberÃan intervenir, salvo para proveer la tecnologÃa que los pequeños agricultores no podrÃan costearse.
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Este es el resumen del artículo "El tsunami silencioso" publicado en Abril 19, 2008 en la revista The Economist.
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