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China enfadada | 
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| Ver a miles de chinos con sus pu帽os xenof贸bicos amenazantes, sugiere que ese pa铆s en su v铆a a convertirse en superpotencia, puede ser m谩s peligroso de lo que muchos pensaron. Pero no s贸lo son los extranjeros quienes debe asustarse, el gobierno chino, quien alent贸 este nacionalismo, tambi茅n.
Durante d茅cadas, el comunismo en China ha desaparecido del panorama, excepto en el nombre del partido gobernante. Este ha justificado su control monop贸lico a trav茅s de los avances econ贸micos, que ha hecho que muchos disfruten de una prosperidad sin precedentes. Pero ya no es suficiente recordar la austeridad en la que vivieron sus padres 鈥 para muchos, hacen falta nuevas aspiraciones. Y la soluci贸n del gobierno ha sido promete el regreso de China a su puesto en el centro de los asuntos mundiales.
De all铆 el gran orgullo del pa铆s por haber sido seleccionado para las olimp铆adas, y la gran furia por las protestas durante el relevo de la antorcha. La rabia se enfoca en alegatos de que la prensa tiene una inclinaci贸n anti-China, ya que nunca mencionaron la violencia de los Tibetanos en los sucesos de Marzo.
La molestia de China est谩 fuera de proporci贸n y refleja el miedo de que "el occidente resentido y amenazado est茅 determinado a detener el ascenso de China". Aunque parte de las protestas son genuinas, la impresi贸n que dan de un pueblo unido respaldando a su gobierno es una ilusi贸n. China es hoy tierra de un mill贸n de motines: muchos granjeros est谩n molestos porque sus tierras son tragadas por los gobiernos locales para construir, gente de todo el pa铆s est谩 indignada por el envenenamiento del aire, r铆os y lagos, hay resentimiento por la corrupci贸n oficial y las deficiencias de la justicia.
De all铆 el peligro para el gobierno. La rabia popular, una vez exaltada, puede cambiar de objetivo r谩pidamente. Las protestas en contra de la dignidad china pueden r谩pidamente voltearse hacia el gobierno, a quien se puede acusar de no hacer suficiente por mantenerla.
Los hombres de negocio y los gobernantes de occidente son halados en direcciones opuestas por la rabia China. Como los patrocinantes de las olimp铆adas han podido notar, los consumidores y activistas de occidente les piden que tomen posici贸n en contra de los abusos; pero los socios y clientes de China se ofender谩n si lo hacen. Tienen el derecho de expresar su preocupaci贸n por los derechos humanos, pero hay que entender que China ha recorrido mucho trecho en poco tiempo, y que aunque existen nuevas libertades, no quiere decir que puedan aplastar su orgullo. La presi贸n, en cierta forma, ha funcionado, ya que se ha visto mejoras en los temas de Myanmar, Corea del Norte, Sud谩n y hasta conversaciones con el Dalai Lama.
Los pesimistas tienen medio de que si se ejerce demasiada presi贸n, la l铆nea dura dentro del partido comunista triunfe sobre los moderados. Pero aunque esto ocurriese, es dif铆cil pensar que esto acabar铆a con un proceso de 30 a帽os de apertura.
El mundo y China tienen que aprender a convivir. Para China, esto significa aprender a respetar el derecho de los extranjeros a inmiscuirse incluso en sus 鈥渁suntos internos鈥.
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Este es el resumen del artículo "China enfadada" publicado en Mayo 3, 2008 en la revista The Economist.
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