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Sudáfrica después del Mundial



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Africa
Fecha: Julio 17, 2010
El haber sido sede de la Copa Mundial de fútbol fue todo un triunfo. Los aficionados extranjeros, algunos de ellos incrédulos al momento de su llegada, han regresado a casa cambiados. Mucho después de que los sudafricanos vieran a su propio equipo ser eliminado del campeonato, ellos mantuvieron su exuberancia patriótica sonando sus vuvuzelas y ondeando banderas a lo largo de la división racial. Luego del pitazo final el 11 de julio, un sensible presidente Jacob Zuma agradeció a sus compatriotas por un “mes verdaderamente inspirador y constructivo” –lo cual fue.

Sepp Blatter, quien está a la cabeza de la FIFA, el organismo regulador de fútbol a nivel mundial, le dio a Sudáfrica un “nueve de diez” por su desempeño, diciendo que él felizmente la apoyaría en cualquier postulación que ésta pudiera querer hacer para ser la sede de los Juegos Olímpicos en 2020 o 2024. El Sr. Zuma ha confirmado que su nación puede estar interesada.

¿Pero querría Sudáfrica ser sede nuevamente de otro mega-evento deportivo? El coste de la Copa Mundial ya ha sido enorme. Grant Thornton, una empresa de auditoría, lo coloca en alrededor de US$7,3 mil millones, el equivalente al 6% del presupuesto estadal de este año. Los críticos han acusado a la FIFA de acumular la mayoría de las ganancias, incluyendo todos los derechos de transmisión y marketing –libre de impuestos. En una nación donde más del 40% de sus habitantes vive con menos de US$2 diarios, se espera que el organismo mundial se vaya con un monton de dinero, abandonando Sudáfrica con un puñado de costosos elefantes blancos en forma de diez magníficos, pero en su mayoría sin poder ser llenados, nuevos y reacondicionados estadios que fueron requeridos por la FIFA. Aunque el gobierno considere que el torneo estimulará la economía este año en alrededor del 0,4%, esta ganancia provino de un gasto gubernamental para así mejorar la infraestructura del país con respecto al evento.

Pero Sudáfrica se beneficiará también. Ésta ha acumulado incalculables ganancias por concepto de marketing gracias a los 500 millones de espectadores en todo el mundo, a quienes se les calcula en promedio haber sintonizado cada uno de los 64 partidos. Casi medio millón de aficionados extranjeros visitaron el país, muchos de ellos por primera vez, para ver el torneo.

Tras una embriagadora emoción, ahora se avecina la vida normal. La prensa sudafricana nuevamente se encuentra repleta de su usual letanía diaria de crímenes violentos, de una policía propensa a disparar impulsivamente, de violadores de menores, de fallas eléctricas, de masacres en las carreteras, de amenazas de huelgas y de pugnas políticas. A todo esto se le añade una nueva gran preocupación: un resurgimiento de los ataques xenofóbicos en 2008 que dejó al menos un saldo de 62 personas fallecidas y al país consternado. Por meses habían estado circulando rumores de una renovada violencia en contra de principalmente inmigrantes africanos, muchos de ellos provenientes de Zimbabue, tan pronto la Copa Mundial llegara a su fin. Acusados de robarles los empleos a hombres y mujeres sudafricanas, ellos habían comenzado a sufrir ataques esporádicos una vez más. El ejército está siendo desplegado en conjunto con la policía en puntos específicos del Cabo Occidental. Cientos de inmigrantes negros se encuentran huyendo a sus países de origen.

Entretanto, los sudafricanos se preguntan por qué una nación que pudo ser una sede tan buena de un enorme y complejo evento global no pueda convocar la misma urgencia y dedicación para solventar sus propios problemas. Tal como lo dijera el Sr. Zuma recientemente, los sudafricanos no pueden continuar culpando al apartheid por todas sus desgracias, 16 años después de que ellos lograron la democracia.




Este es el resumen del artículo "Sudáfrica después del Mundial" publicado en Julio 17, 2010 en la revista The Economist.

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