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Un respiro de aire fresco



Revista: The Economist
Tema: Gerencia Social
Fecha: Julio 31, 2010
Cercada por montañas y volcanes, la Ciudad de México es la perfecta trampa de smog. El aire ahí ya es delgado por su altitud de 2.250 metros; en los días en que la “crema†tóxica, así como se le conoce localmente a la nube marrón de contaminación, desciende sobre la ciudad, es difícil respirar. Los residentes de la zona solían bromear acerca de que la única vida que podría sobrevivir en el firmamento eran los aviones tipo jumbo.

A pesar de eso, el smog se está disipando. La concentración promedio de ozono, uno de los contaminantes más comunes, está aproximadamente a la mitad del nivel de a principios de los 90, época en que el aire se encontraba en su nivel de mayor suciedad. En esos tiempos el límite nacional de ozono de 0,11 partes por millón fue superado por al menos una hora dentro de nueve de cada 10 días. No obstante, el año pasado más de la mitad de esos días se encontraba por debajo del límite.

La resurrección comenzó con el cierre de algunas de las industrias pesadas de la ciudad. La refinería de crudo en el distrito municipal de Azcapotzalco, la cual se decía que emitía hasta un 7% de la contaminación ambiental de la Ciudad de México, fue clausurada en 1991. Algunos de sus terrenos fueron convertidos en un parque.

Mientras que mejora el aire de la capital, la atención se dirigirá a otras grandes ciudades de México. Una de las razones que justifican la infamia de la Ciudad de México fue la de registrar sus propias fallas: el gobierno mantiene lecturas de cada hora de ocho contaminantes a lo largo de 34 estaciones meteorológicas, algunas de ellas que se remontan a 1986. Los sitios con menos mediciones pueden ser verdaderamente peores. El año pasado Monterrey, la capital industrial de la nación, registró una lectura mayor que la Ciudad de México en su índice de partículas menores a 10 micrones, una forma de contaminación que no es menos peligrosa que el ozono.




Este es el resumen del artículo "Un respiro de aire fresco" publicado en Julio 31, 2010 en la revista The Economist.

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