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El sÃndrome de Japon |
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| En 1979, Ezra Vogel, académico de Harvard, escribió un libro titulado Japón como número uno: Lecciones para Estados Unidos en el que elogiaba tanto la economÃa como la sociedad japonesa; una de las naciones industrializadas más dinámicas del mundo. Pero, tres décadas después, Japón nos ofrece lecciones menos positivas. Los economistas Occidentales siguen estudiando con detalle la deflación que el paÃs asiático viene sufriendo desde los años noventa. Sin embargo, dicha deflación es quizá sólo un sÃntoma de un problema mayor. Problema este que está estrangulando la economÃa japonesa: el envejecimiento de la población. A menos que Japón se mueva con la celeridad del caso para revigorizar su decreciente y encanecida fuerza laboral, la economÃa japonesa sufrirá serias consecuencias.
Gran cantidad de japoneses le restan importancia al problema del envejecimiento. Esto se debe en parte a que la población de mayor edad sigue viviendo cómodamente con sus vastos ahorros. A pesar de que la población con más de 65 años de edad se ha duplicado en los últimos 20 años, el sistema de salud japonés continúa siendo uno de los más baratos y eficientes del mundo. Lo que Japón no logra ver es que, a medida que pasan los años, sus problemas económicos siguen empeorando. A menos que el paÃs actúe pronto, su deterioro será inevitable por tres razones:
1. La población en edad de trabajar (15 a 64 años de edad): llegó a 87 millones en 1995, pero se espera que disminuya a 52 millones en el 2050. Es decir, casi la misma cantidad que a finales de la Segunda Guerra Mundial. A menos que la producción de estos trabajadores aumente con la rapidez necesaria, el PIB caerá inevitablemente. Hay quienes predicen que, a mediados del siglo, la producción de Japón será menor que la de Indonesia. El problema está en que los niveles de vida ya están decayendo en comparación con los demás paÃses ricos.
2. El seguro social: a medida que aumente el número de jubilados, un menor número de trabajadores tendrán que aborber las cuotas del seguro social. Esto aumentará la tensión en las finanzas públicas. De hecho, los crecientes costos del seguro social ya han significado un aumento de la deuda nacional y del déficit del gobierno. Si los trabajadores japoneses no logran soportar esta carga, el paÃs se verá en problemas para poder pagar los costos relacionados con las pensiones y el seguro social.
3. La demanda se debilitará: a medida que envejezca la población. Esto disminuirá el apetito de las firmas japonesas por asumir riesgos y, por tanto, su disposición a invertir. Además, tendrán que exportar más o construir menos fábricas. Incluso destruir las fábricas ociosas.
Hay varias maneras de superar estos problemas sin que disminuya la calidad de vida de los japoneses. Por ejemplo, actualmente 62% de las mujeres renuncian a sus empleos tras dar a luz. Pero estas podrÃan seguir trabajando si no se las discriminara tanto en el trabajo. Las personas jubiladas podrÃan volver al trabajo, sobre todo si se les permitiera seguir cobran la pensión. Otra posibilidad serÃa fomentar la inmigración. Pero estas soluciones suponen la superación de diversos tabúes culturales (sobre todo en las compañÃas japonesas tan acostumbradas a las jerarquÃas) que durante demasiado tiempo se han utilizado como excusa para no hacer nada. También es importante que haya un fuerte liderazgo polÃtico.
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Este es el resumen del artículo "El sÃndrome de Japon" publicado en Noviembre 20, 2010 en la revista The Economist.
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