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¿Y ahora qué, Dilma?



Revista: América Economía
Tema: Economía internacional
Fecha: Diciembre 2010
Hay incertidumbre sobre cómo será el gobierno de Dilma Rousseff en Brasil. Esta economista y ex guerrillera, que durante el gobierno de Lula fue primero secretaria de energía y luego secretaria de la presidencia todo su segundo mandato, tiene una rigurosa preparación técnica y realmente quiere conocer el terreno que pisa. Después de su primer viaje al extranjero como presidenta electa, se estableció en Brasilia con su equipo de transición en una ronda frenética de reuniones, dejando el mercado en ascuas respecto de los nombres de su futuro gabinete. Su reto más inmediato es demostrar capacidad política
y administrativa para heredar las bendiciones del gobierno de Lula sin seguir bajo su sombra. Recibe un país con alto crecimiento, pero hay tareas pendientes que pueden nublar el horizonte a mediano plazo. La pregunta es si podrá librarse de la receta lulista y crearse una propia, más propicia a la inversión.

El legado de Lula vale oro: prudencia macroeconómica con control de la inflación y una clase media de 94 millones de personas, consolidada gracias a una política de fuerte gasto fiscal, que duplicó el salario mínimo en 10 años e impulsó el exitoso programa de transferencia de renta Bolsa Familia. 20 millones de personas dejaron la pobreza durante sus dos gobiernos, 29 millones se sumaron a la clase media y 6,5 millones a los estratos alto y medio-alto. Mantuvo a las empresas trabajando en medio de la crisis financiera global y entre enero y octubre de 2010 se crearon 2,4 millones de empleos formales. Hay
quienes advierten sobre los riesgos de mantener este modelo, personificado en la figura de Lula y basado en un alto asistencialismo. Si quiere continuar el sello lulista, Dilma tendrá que mantener una fórmula basada en un elevado gasto social, mayores impuestos y bajo nivel de ahorro doméstico, lo que preocupa en un país cuya industria tiene que demostrar su competitividad interna y externa, en un contexto de fortalecimiento de la moneda.

La primera señal de Dilma fue que mantendrá el modelo, al confirmar a Guido Mantega como ministro de economía, tal como quería Lula. A pesar de las buenas proyecciones, la receta comienza a mostrar sus contraindicaciones, como el riesgo de desindustrialización del país. Para algunos analistas, el temor es exagerado, pues en los últimos años solo ha habido una ligera reducción de la participación de la industria en la economía y venía de mucho antes de la apreciación del real. Para otros, el fenómeno de la desindustrialización es innegable y requiere un enfoque a largo plazo, por ser un tema estructural. Pero hay procesos en marcha que pueden garantizar la supervivencia de la industria, aunque el desafío es grande. La estabilidad es condición esencial para conservar la legitimidad del gobierno y cualquier actitud que la amenace se trasladaría a precios, pudiendo generar fuga de capitales, caídas bursátiles y descontrol en la tasa de cambio.

En el ámbito externo, el desafío es más difícil. Dilma no contará con el carisma y encanto personal de Lula, que a menudo lo libraron de juicios más severos frente a sus posiciones polémicas. Su apuesta será reemplazar la dirección de una posición más pragmática personalista en el ámbito internacional. Para Lula una frase efectista era suficiente, ella deberá mostrar resultados concretos. Esta relación implica confrontar pragmatismo con contenido ideológico en política exterior, abrazando a Chávez un día y a Obama el otro. Otro desafío es la dificultad de encontrar consensos en la agenda internacional frente a
un panorama todavía matizado por los reflejos de la crisis en los países desarrollados. Antes de la primera vuelta electoral, Dilma mostró interés en mantener a América Latina como un área prioritaria de la política exterior brasileña e indicó que mantendría las
relaciones con EUA dentro del respeto mutuo y la cooperación, sin perder la soberanía y la libertad de acción. Muchos coinciden en que el frente externo tendrá menor prioridad para ella, debido a los compromisos domésticos que enfrentará.




Este es el resumen del artículo "¿Y ahora qué, Dilma?" publicado en Diciembre 2010 en la revista América Economía.

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