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Cómo lidiar con un empleado activista



Revista: Wall Street Journal
Tema: Liderazgo
Fecha: Febrero 11, 2011
Mientras el mundo se maravillaba esta semana con la notable historia de Wael Ghonim, el gerente de Google que ayudó a organizar la rebelión popular de Egipto, un gran suspiro de alivio se oía desde el resto de los negocios estadounidenses: “Me alegro de que este sujeto no trabajara para nosotros”. ¿Quién no se maravilló del poder que logró Ghonim ante el autoritarismo del régimen de Hosni Mubarak? Especialista en Internet y gerente regional de Google, Ghonim ayudó a administrar un conjunto de páginas Web que servían de apoyo a los activistas mucho antes de que el pueblo se reuniera en la plaza Tahrir. Fue detenido por la policía, martirizado en las calles y luego liberado. Había nacido un héroe popular.

Buena parte de las compañías estadounidenses, que ahora cuentan con millones de empleados en el exterior, vieron la situación con asombro. Algunos de estos empleados ganan ahora más en el exterior que en los EUA. Y buena parte de los ingresos provienen de productos muy costosos (sistemas eléctricos, infraestructura, aviones, telecomunicaciones) que sólo los gobiernos pueden comprar. Está claro que las compañías no quieren ser los perros guardianes de los dictadores. Pero tampoco quieren acabar con sus principales clientes. Si uno sopesa la situación, termina por apoyar la política de discreción de estas compañías: es mejor permanecer bajo el radar.

Reflexionando sobre las actividades extracurriculares de Ghonim, un ejecutivo de uno de los mayores fabricantes estadounidenses en el exterior señala: “Odiamos cualquier cosa que afecte a la marca. Esto no debería estar permitido”. Ghonim debe ser admirado por su contribución a las libertades civiles en Egipto, pero también debe ser considerado un pasivo demasiado grande para el negocio. Claro está, este es el tipo de tradicionalismo que la cultura Google, y de buena parte de Silicon Valley, rechaza. Después de todo, Google es la compañía cuyo eslogan dice “No seas malo” y cuyo cofundador, Sergey Brin, cerró las operaciones en China porque este país estaba censurando las búsquedas de Google. Y, sin embargo, incluso Google pareciera estar tragando grueso luego de este incidente.

Las compañías estadounidenses han insistido desde siempre en que el activismo es contraproducente, pues puede alejar a tu anfitrión, disminuir tu influencia e incluso significar que te boten del país. Está bien participar en programas de ayuda a la comunidad. Pero los derechos humanos son un asunto más complicado. Es mejor, aseguran, contar con una compañía sólida y meritocrática que siga los estándares estadounidenses y que sea capaz de influir así en los empleados y funcionarios locales. Esto está muy bien, pero las masas reunidas en la plaza Tahrir ya habían notado que el ejemplo de las compañías estadounidenses, tan bien administradas como están, no había debilitado para nada el régimen de tres décadas de Mubarak.




Este es el resumen del artículo "Cómo lidiar con un empleado activista" publicado en Febrero 11, 2011 en la revista Wall Street Journal.

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