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Trueque inmobiliario



Revista: The Economist
Tema: Industria Inmobiliaria
Fecha: Febrero 05, 2011
Al gobierno de Cuba le gusta hacer alarde de que más del 85% de los cubanos son propietarios de sus viviendas. Sin embargo, existe un truco: poseer un certificado de propiedad no le da a usted el derecho de venderla. La única manera legal para mudarse en Cuba es haciendo un trueque inmobiliario –un proceso lento, burocrático y con frecuencia corrupto, conocido como “permutaâ€, que implica encontrar dos propiedades casi similares y obtener aprobación por parte del estado. Para evitar esta molestia, algunos cubanos prefieren casarse con el dueño de la propiedad en venta, esperar el traspaso de la misma y luego divorciarse. Debido a que no existen incentivos para construir nuevas viviendas, Cuba sufre de una espantosa escasez de inmuebles. Gran parte de las edificaciones han sido subdivididas repetidamente. Algunas habitaciones son compartidas por tres generaciones de una misma familia.

Luego de reemplazar a su hermano como presidente en 2008, Raúl Castro ha legalizado y tasado partes de la economía informal en Cuba, como la de los videos pirata y muebles usados. Ahora le toca el turno al sector inmobiliario. En 2010, el gobierno flexibilizó las reglas para crear compañías constructoras y comprar materiales de construcción. La idea es permitirles a los extranjeros comprar propiedades en zonas turísticas. Y en el mes de abril, se espera que el Congreso del Partido Comunista permita que los cubanos “compren, vendan o intercambien†sus hogares.

Pero lo más seguro es que estas medidas tengan pocas repercusiones. La mayoría de las permutas ya implican pagos por debajo de la mesa, que van desde algunos miles de dólares hasta US$40.000 por un cómodo apartamento de tres habitaciones. Por otra parte, se espera que haya un endurecimiento de las regulaciones del mercado inmobiliario. De hecho, los funcionarios gubernamentales ya han dicho que prohibirán la (término indefinido todavía) “acumulación†de propiedades. Finalmente, los compradores tendrán que probar que el dinero pagado no proviene del mercado negro.

En todo caso, abrir el mercado inmobiliario puede ser riesgoso para el gobierno cubano, pues conllevará un aumento del impuesto sobre la renta, lo que, a su vez, acabará con la ilusión de la igualdad material que existe en Cuba. Si aparecen muchas viviendas lujosas, los pobres pueden posteriormente dudar de que el embargo comercial de EUA sea la causa de su miseria. Ya a una agrupación de viviendas frente al mar al oeste de La Habana, adquiridas vía permuta por estrellas del pop y extranjeros, se les está dando la primera capa de pintura en décadas. “Si usted tiene dinero, la vida es buena aquíâ€, dice Ada Fuentes, quien recientemente regresó a La Habana tras 49 años de vivir en Nueva Jersey.




Este es el resumen del artículo "Trueque inmobiliario" publicado en Febrero 05, 2011 en la revista The Economist.

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