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¿Dónde está el Bill Gates británico? | 
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| Conozca al Bill Gates británico. Estudió ciencias de la computación en Cambridge –para abandonar la carrera y comenzarla en la cercana “Silicon Fen”. Luego lanzó su propio emprendimiento, fundado en “Silicon Roundabout”, un nuevo centro de empresas de tecnología al este de Londres. Sostenido por las finanzas de la ciudad, él se resistió a la tentación de una adquisición foránea, para cotizarse a fin de cuentas en el London Stock Exchange.
Inglaterra no tiene los equivalentes digitales de los innovadores industriales del siglo XVIII que convirtieron la tecnología en un liderazgo comercial. Su más reciente proeza en fármacos y biotecnología no ha sido imitada en la esfera digital. El gobierno de David Cameron debería considerar esta falla y ocuparse de las razones por las cuales sucedió. La suerte es una de ellas, pero también lo son los controles locales y europeos y un clima poco entusiasta para los empresarios.
Inglaterra posee una de las más grandes economías en línea. Sus investigadores crearon tanto la Web como el computador. Ésta tiene al inglés como idioma –el cual le ayuda a relacionarla con Silicon Valley en California y con las tecnologías avanzadas de la India– y grandes universidades. Existen prósperos grupos tecnológicos en Bristol, Londres y otros lugares. Más que otro país europeo, Inglaterra debería estar compitiendo con EUA como líder tecnológico.
Aun así, ella ha cultivado relativamente unas cuantas grandes empresas de tecnología y no a las que son inmensas. En particular, Inglaterra tiene unas cuantas empresas de “plataforma” prácticamente nulas –por ejemplo, de la clase que, como Microsoft, Google o Facebook, han creado y mercadeado un servicio o software de los cuales dependen otros negocios o aplicaciones. Ahí es donde se encuentran las ganancias reales: las plataformas tienden a crear muchos puestos de trabajo en filiales y empresas auxiliares. Inglaterra posee a Autonomy, la cual elabora un software especializado de búsqueda, y a ARM, la cual diseña los microchips que utilizan los iPhones de Apple. Ambos son líderes en sus ramos, pero ninguno de ellos es un gigante. Para colmo de males, ellas son las dos únicas empresas innovadoras de tecnología que se encuentran en el índice FTSE de acciones sobresalientes.
Con seguridad deberían existir más. Las ideas individuales y las personas son la clave, obviamente, pero existen tres problemas con la ecología tecnológica de Inglaterra que su gobierno podría perfeccionar. Uno de ellos es la ausencia de un mercado tan grande y homogéneo como el que disfrutan las empresas estadounidenses. Otro es una escasez relativa de capital para emprendimientos y empresas en crecimiento. La tercera es la falta de empresarios que combinen la experiencia tecnológica, perspicacia en los negocios y la clase de valor que, en 2006, le permitió a Mark Zuckerberg rechazar una oferta por parte de Yahoo! valuada en mil millones de dólares estadounidenses por la compra de Facebook.
El Sr. Cameron se encuentra entusiasmado con la industria tecnológica, viéndola así como una fuente de crecimiento en tiempos duros y como una forma de reducir la dependencia de la economía en las volubles finanzas. Si nuestra superestrella tecnológica se materializara, sería una pena que el Bill Gates británico fuera rechazado en la frontera, o abandonara Inglaterra por voluntad propia hacia otro país en donde sus talentos fuesen cultivados y recompensados de una forma más generosa.
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Este es el resumen del artículo "¿Dónde está el Bill Gates británico?" publicado en Agosto 06, 2011 en la revista The Economist.
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