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Luchando por su vida



Revista: The Economist
Tema: Economía
Fecha: Septiembre 17, 2011
Los ecos del 2008, cuando el sistema financiero global se tambaleaba, ahora resuenan del otro lado del Atlántico. El crédito-morosidad-intercambio se riega por los bancos europeos y los seguros contra morosidad alcanzan costos récord. Las tasas del mercado interbancario se están elevando también, como sucedió entonces, y las acciones de los bancos bajan en la bolsa. Mientras tanto, los grandes bancos de Alemania, Suiza y Gran Bretaña tienen exceso de efectivo, a medida que los clientes corporativos traen sus depósitos de países más débiles o de bancos más pequeños. Los beneficiarios temen amarrarse a préstamos a largo plazo y que los flujos se reviertan. El rol del Banco Central Europeo (BCE) crece. Los bancos norteños depositan sus excesos de efectivo allí en lugar de prestar en el mercado interbancario, y los de la periferia dependen cada vez más de él para obtener liquidez. Provee más de un quinto de los fondos de los bancos griegos, y los prestamistas italianos le han aumentado sus solicitudes de préstamos en el verano.

Los bancos también se la están viendo difícil para expedir la deuda a largo plazo, sin más opción que vender bonos cubiertos a tasas de interés de usura que podrían retar su rentabilidad. Una forma de reforzar el sistema bancario sería inyectarle más capital, como propone el FMI, pero esto no será fácil. Las valoraciones bancarias son bajas; varios bancos podrían necesitar levantar varias veces más que su valor actual de mercado. Los accionistas que no participen tendrán sus tenencias muy diluidas y los gobiernos pudieran tener que subscribir algunas de las nuevas emisiones de acciones. Aquí hay menos paralelismo con la crisis crediticia de hace tres años, cuando los gobiernos hicieron lo necesario para proteger sus bancos: se emitieron garantías y se inyectó capital. En la zona euro, la amenaza de morosidad soberana hace a muchos gobiernos impotentes, y los que podrían actuar han decidido no hacerlo .

El gobierno que más preocupa sigue siendo el de Grecia. Los funcionarios están en pánico y corren a cerrar un vacío en el presupuesto y a acelerar las reformas ante la especulación de que los prestamistas internacionales retendrán la próxima porción de €8 mil millones del rescate financiero del país. Si los fondos no son liberados en dos semanas, es posible que el gobierno no logre pagar sueldos y pensiones. Un apresurado impuesto sobre la propiedad debe levantar cerca de €2 mil millones, que pueden mantener el déficit presupuestario por debajo de 9% del PIB este año. El trío que monitorea el plan griego (la Comisión Europea, el BCE y el FMI) también quiere ver un plan de presupuesto realista para 2012, con cortes drásticos en los gastos a medida que la recesión reduce cada vez más los ingresos. La economía griega se contraerá al menos un 5.3% este año. Más trabajadores públicos recibirán el 60% de sus salarios, y se implantará un paquete para inversionistas privados de €135 mil millones, que permitiría aparcar cerca de un tercio de sus facturas hasta por 30 años, y escapar de la mora inmediata. Pero la reestructuración será más brutal e inevitable en el futuro, y se discute ampliamente la separación de Grecia del euro.

Por ahora, los líderes europeos están determinados a seguir adelante, pastoreando el segundo paquete de rescate financiero griego. El problema es que aunque el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) pueda lidiar con los países periféricos, no podría apoyar las necesidades de refinanciamiento de una economía tan grande como la de Italia. La presión sobre los bancos europeos seguirá creciendo a menos que se haga algo más. De nuevo, el último recurso es el BCE, que podría aliviar las presiones en el sistema preparándose para comprar sin límites los bonos de países solventes de la zona euro. Pero el BCE mismo está lleno de desacuerdos, y ha tenido cambios en sus autoridades. Persuadirlos a ellos, y al público alemán, de que firmen una política de alivio cuantitativo macizo (crear dinero para comprar bonos) será muy difícil. En 2008, los estadounidenses del mercado libre se tragaron sus recelos para rescatar a Wall Street. Los alemanes, que le tienen fobia a la inflación, se enfrentan ahora a una opción similar.




Este es el resumen del artículo "Luchando por su vida" publicado en Septiembre 17, 2011 en la revista The Economist.

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