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Un estado de sitio autoimpuesto



Revista: The Economist
Tema: Economía
Fecha: Septiembre 24, 2011
A mediados de septiembre, Guido Mantega, el ministro de finanzas de Brasil, anunciaba un incremento de 30 puntos al impuesto sobre productos industrializados para los automóviles. La cantidad era inquietante, pero el propósito conocido. Los automóviles que mayormente sean fabricados en Brasil, México o el bloque comercial de Mercosur quedarán exentos de pagarlo: únicamente los importadores lo harán. “Las importaciones se han apropiado del consumo brasileñoâ€, él dijo al anunciar el impuesto.

Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores, una pobre infraestructura y unos elevados créditos y mano de obra significan que el fabricar vehículos es un 60% más costoso en Brasil que en China. Los fabricantes locales han dependido por mucho tiempo de los altos aranceles. Las importaciones se encuentran ganando participación de mercado, desde un 16% de las ventas en 2009 hasta un 23% este año. La nueva medida probablemente reversará esa tendencia, ya que incrementará el precio de las importaciones en un cuarto.

El gobierno ha tomado pequeñas medidas para ayudar a las empresas locales. En el mes de agosto, éste le rebajó los impuestos sobre la nómina a unas cuantas industrias de labores intensivas. Pero en su mayoría ha intentado mantener fuera a los bienes de consumo y capitales extranjeros. El Sr. Mantega dice que Brasil está en un “estado de sitio†desde las importaciones. Durante el mes de agosto, el gobierno hizo un reajuste a las leyes de adquisición para favorecer a los productos locales (los uniformes militares hechos en China fueron un agente irritante). El Sr. Mantega ha elevado los impuestos sobre capital extranjero el año pasado. Él desea que la Organización Mundial de Comercio (OMC) les permita a los países que graven los aranceles sobre las importaciones de lugares que de forma artificial debiliten a sus monedas.

Esta poderosa aproximación continúa una práctica de reescribir las reglas para favorecer a las empresas locales. Las que son foráneas sólo pueden extraer petróleo de los recién descubiertos pozos presal como socios minoritarios de la empresa controlada por el estado, Petrobras. Con anterioridad, ellos podían iniciar una licitación por todas las concesiones con condiciones igualitarias. Las exoneraciones fiscales pronto harán que se fabriquen computadores tipo tableta a nivel local un tercio más económicas que las importaciones, llevando así a Foxconn a construir una planta para elaborar iPads. El banco de desarrollo nacional, BNDES, ha dejado de ser un prestatario común y corriente para transformarse en un escogedor de campeones nacionales. Su libro de préstamos es ahora dos veces más grande que el del Banco Mundial, y éste financia las grandes compras foráneas de las compañías brasileñas.

Las tierras de cultivo son tratadas como activos estratégicos a la par con el petróleo. El año pasado, espantado por la idea de que los fondos soberanos de inversión extranjeros y compañías estatales adquirieran grandes extensiones de tierra, el gobierno hizo resucitar una ley de 1971 limitando así la cantidad de terreno rural que los extranjeros puedan comprar. Ésta fue revivida muy a pesar de que en los años 90 se consideraba incompatible con la nueva constitución democrática y economía abierta. Los detalles se encuentran bajo revisión: a los extranjeros se les puede permitir que compren un poco más sin restricciones, y aún más si el gobierno considera que es de interés nacional. Pero no existe una agenda para aprobar una nueva ley. La Sociedad Rural Brasileña estima que US$ 15 mil millones en inversiones de agricultura foránea planificada están siendo rechazadas.
Los importadores de automóviles están considerando un desafío para el alza de impuestos por parte de la OMC. Sobre la mesa se encuentra si un impuesto que puede ser evitado al producir localmente sea un arancel de importación disfrazado. Su grupo comercial se encuentra intentando una táctica legal diferente: éste dice que el gobierno fue obligado a dar una notificación de 90 días (éste le dio una de sólo un día). Los fabricantes de vehículos chinos que construyen plantas en Brasil están presionando fuerte. Ellos dicen que serán golpeados de manera injusta, ya que el reforzar la producción en una planta nueva lleva años. Los extranjeros que tengan planes menos avanzados pueden optar por un completo replanteamiento.




Este es el resumen del artículo "Un estado de sitio autoimpuesto" publicado en Septiembre 24, 2011 en la revista The Economist.

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