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El realismo recompensado



Revista: The Economist
Tema: Economía
Fecha: Octubre 15, 2011
Los macroecomistas suelen ser despreciados por que nunca se cumplen sus pronósticos. Y es que, en realidad, es increíble que esta rama de la economía pueda producir conocimiento alguno. Los químicos y los biólogos puede reproducir sus experimentos y cambiar ligeramente uno u otro factor para determinar cómo cambian los resultados. En cambio, los macroeconomistas tienen que buscar patrones de un desastre a otro. La llamada "ciencia deprimente" le debe mucho a Thomas Sargent, de la Universidad de Nueva York, y a Christopher Sims, de la Universidad de Princeton, quienes ganaron el premio Nobel de economía este 10 de octubre. El trabajo de estos dos economistas constituye el fundamento de una revolución macroeconómica que tuvo lugar entre los años setenta y los años ochenta.

Sims y Sargent no estaban de acuerdo con los vastos y complejos modelos utilizados hasta el momento. Para poner cierto orden, los economistas necesitaban una teoría que explicara qué variables causan cambios en otras variables. La teoría disponible no era lo suficientemente sólida. Esto fue lo que llevó a Sargent y Sim a escribir un artículo en 1977 en el que ponían de relieve el hecho de que los economistas utilizaban equivocadamente ciertas relaciones históricas como si estas fueran leyes teoréticas.

Aunque sus caminos intelectuales se separaron en 1977, los trabajos de los dos laureados se complementan entre sí. Los modelos estructurales de Sargent permiten delinear ciertos supuestos de las ecuaciones de Sims y viceversa.

Ambos pasaron buena parte de sus carreras en la Universidad de Minnesota, una de las llamadas "escuelas de agua dulce", que yacen cerca de lagos y que siempre han puesto de relieve la importancia de los principios macroeconómicos. Pero sería un error encasillarlos (sobre todo porque ahora ambos trabajan en universidades de "agua salada", que históricamente prefieren la intervención del gobierno). El trabajo de ambos laureados facilitó profundos cambios en las políticas monetarias. Dichos cambios permitieron fundamentar los esfuerzos gracias a los cuales se contuvo la inflación en la década de los ochenta. También permitió que los bancos centrales fueran más transparentes. Ahora que los economistas están otra vez tratando de entender el más reciente desastre, los instrumentos creados por estos dos laureados serán utilizados por investigadores de todo tipo.




Este es el resumen del artículo "El realismo recompensado" publicado en Octubre 15, 2011 en la revista The Economist.

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