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Steve Jobs: La selva, 1985-1997



Revista: Business Week
Tema: Emprendedores
Fecha: Octubre 10, 2011
El 31 de mayo de 1985, unas pocas horas después de que se le había despojado de toda autoridad de la compañía que él había cofundado, Steve Jobs se sentaba sobre un colchón anonadado y con los ojos hinchados en su mansión de 30 habitaciones casi sin muebles. Apple Computer había abarcado toda su vida como adulto. Él tenía 30 años de edad y no se había casado. Sin nadie con quien regresar a casa, Jobs pasó horas hablando con cualquiera de sus amigos que cogiera el teléfono. Sonaba lo suficientemente desesperado para que el antiguo ejecutivo de Apple, Mike Murray, se apresurara en llegar a su mansión. “Pensé que él no debía estar sólo”, dijo Murray.

Un mes después, Jobs se había recuperado lo suficiente como para viajar con una novia por Rusia e Italia, flirtear con los jefes del Partido Democrático de California acerca de una posibilidad para postularse al Senado de EUA, y, tras una conversación con el laureado del Premio Nobel Paul Berg acerca de la necesidad de unos computadores más poderosos para los estudiantes de ciencia, él soñaba en crear una nueva clase de compañía de computadores. Durante el mes de septiembre, Jobs anunciaba que renunciaría a Apple y a su junta directiva, en donde su participación era casi por completo ceremonial, para iniciar NeXT Computer. Las máquinas de NeXT le darían impulso a los cerebros más grandes del mundo al simplificar poderosos computadores UNIX para el mercado de educación superior. De todas formas, ese era el plan.

Mientras Jobs todavía permanecía en Apple, él y Alan Kay, un tecnólogo de la compañía, tomaban una limosina para visitar a una compañía de efectos especiales propiedad del creador de Star Wars, George Lucas. Lucas estaba atravesando un divorcio y buscaba traspasar las acciones de la compañía, la cual llegaría a ser conocida como Pixar. Ésta aspiraba a crear la primera compañía en el mundo de largometrajes animados elaborados por completo mediante computadores. Dado el estado del poder computacional del momento, el objetivo se encontraba a años luz, pero Jobs abandonó la reunión convencido de que Apple debería adquirir la compañía de Lucas para ayudarle a extender el liderazgo en gráficos. Tras su salida de Apple, Jobs realizó una oferta de US$ 5 millones. Los fundadores de Pixar, Ed Catmull y Alvy Ray Smith, pensaron que era demasiado baja y se preocuparon de que Jobs estuviera más interesado en computadores que en el cine– y más enfocado en reparar su legado que en apoyar sus sueños. Catmul y Smith en cambio fueron tras negociaciones con SGI, Microsoft y EDS, la cual era en ese entonces subsidiaria de General Motors. Ninguna de ellas funcionó. A fin de cuentas, Jobs compró Pixar por US$ 10 millones –casi un décimo de lo recaudado durante el fin de semana de estreno de Toy Story 3 en 2010 y un 0,13% de los US$ 7,4 mil millones que Walt Disney habría pagado por Pixar en 2006.

La aproximación inicial de Jobs al manejar Pixar se asemejó a su aproximación en NeXT. Las sospechas de Catmull y Smith fueron correctas: Jobs no estaba interesado en realizar películas. En vez de efectos especiales, Jobs se enfocó en un negocio de ventas corporativas, el cual creía era más vital para el futuro de la compañía. Él posicionó a Pixar a vender US$ 150.000 en computadores cargados con software de Pixar a departamentos de gráficos corporativos –y le dio a la compañía en ruinas US$ 100.000 para contratar a la Frog Design del diseñador industrial Hartmut Esslinger con el fin de que diseñara la máquina. Jobs animó al antiguo animador de Disney John Lasseter al soltarle unos cuantos cientos de miles de dólares al año para que creara unos cortometrajes de tres minutos – Luxo Jr., Red’s Dream y Tin Toy, en los cuales objetos metálicos como lámparas, monociclos y tamborileros de juguete volvían a la vida. Los cortos maravillaban a las audiencias en las convenciones anuales de la industria gráfica cada año, aun cuando Jobs permanecía algo indiferente en cuanto a ellos.

Por un tiempo parecía que las nuevas empresas de Jobs fracasarían. Cuando él finalmente se encontraba listo para revelar sus primeros prototipos de NeXT en octubre de 1988, Jobs elevaba las expectativas al alquilar el Davies Symphony Hall de San Francisco. La máquina tocó a dúo con uno de los violinistas de la sinfónica. El primer NeXT no saldría a la venta sino hasta un año después, y cuando sucedió, ninguna cantidad de dotes teatrales pudo distraer el precio de US$ 6.500 –los cuales fueron muchos miles más que el precio indicativo en el plan de negocios original de NeXT (Jobs jamás volvió a cometer el error de preanunciar un producto). La situación en Pixar era igual de precaria –y financieramente peor para Jobs. Sin una fuente fija de ingresos, fue forzado a emitir más de US$ 40 millones en cheques personales para mantener el negocio a flote. Luego de más de una década de viajes a la sede de Disney en Burbank, Pixar había logrado lo extraordinario al punto de que ésta finalmente consiguió un contrato de tres films en 1991. Para comienzos de 1994, era claro que la primera película de la compañía, Toy Story, iba a ser extraordinaria.

El Jobs que retornara al campus de Apple en Cupertino por primera vez en una década inicialmente traicionaba las señales de no querer manejar la compañía. Aunque Apple desenterró sus credenciales originales, él en raras ocasiones iba a la oficina, escogiendo en cambio invitar a los ejecutivos de Apple a dar paseos alrededor de Palo Alto. Pero mientras las semanas pasaban, Jobs no podía esconder su desaprobación con respecto a la estrategia de Gil Amelio, el anterior CEO de la empresa, en mantener a Apple fuera de la bancarrota. Cuando la junta directiva de Apple despedía a Amelio en 1997, Jobs al principio se rehusó a tomar el empleo a tiempo completo, escogiendo así llamarse a sí mismo “el iCEO”, por ser “ínterin”. Pero dejó el “ínterin” a comienzos del año 2000, cuando la junta directiva le suministraba un jet Gulfstream V y opciones para 10 millones en acciones de Apple, las cuales resultaron haber sido antedatadas inapropiadamente, para elevar su valor artificialmente al precio de las acciones a una fecha anterior.

Sus primeros momentos de vuelta al mando con seguridad lo hacían parecer al “Viejo Steve”. Minutos después de que Amelio se despidiera del personal ejecutivo, Jobs –vestido con unos shorts y barbudo como un vagabundo de playa– hacía su entrada y le daba vueltas a su silla al frente de la mesa de la junta directiva. De manera retórica, él le preguntaba al grupo la razón por la cual Apple se encontraba en tan mala forma. Antes de que cualquiera de ellos pudiera responder, el rugió: “¡Los productos son una porquería! ¡Ya no existe sexo en ellos!”. Amelio tenía un plan para simplificar la línea de productos de Apple, pero al finalizar el día Jobs había logrado eso y mucho más. De ahí en adelante, el enfoque estaba en darle vida al iMac, el producto que salvó a Apple de caer en la bancarrota, y en poco tiempo comenzó el proyecto que desembocaría en el iPod, el producto que cambiaría la trayectoria de la compañía para siempre.




Este es el resumen del artículo "Steve Jobs: La selva, 1985-1997" publicado en Octubre 10, 2011 en la revista Business Week.

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