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El año del puño | 
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| Desde un punto de vista histórico, no hay mucho de qué quejarse. Desde 1981, la proporción del mundo en desarrollo que vive en extrema pobreza se ha reducido de 50% a menos de 20%, según las Naciones Unidas. La mortalidad infantil ha disminuido; el número de niñas que van a la escuela ha aumentado. Los terroristas y tiranos reciben su merecido con cierta regularidad. La posibilidad de morir en una guerra nunca habÃa sido tan baja. En 2011 nació el habitante 7 mil millones en mundo más rico, saludable y seguro que nunca antes en la historia.
Pero nada de esto ha evitado levantamientos en todo el planeta (desde el Cairo hasta California). Dichos levantamientos no esconden un enemigo común sino un sentimiento común. Hemos debido anticipar (algunos lo hicieron) que habrÃa problemas en el Medio Oriente; pero, quién habrÃa imaginado multitudes marchando por Broadway y sosteniendo letreros que decÃan: "¿Convertir a Wall Street en Plaza Tahrir?" Lo que diferencia la ira de los últimos doce meses es su ubicuidad, su intensidad en forma de descontento. El último alzamiento popular comparable tuvo lugar en Europa hacia 1989, pero no salió de las fronteras. En cambio, la volatilidad se volvió viral en 2011.
Si bien es cierto que la globalización está nivelando el campo de juego entre las naciones, no es menos cierto que está exacerbando las diferencias. Los varios movimientos de protesta de 2011 tuvieron diversos motivos; pero los motivos surgen de una misma fuente: los altos Ãndices de desempleo (25% en Egipto, 40% en Grecia, 18% en Estados Unidos); el nepotismo y la desigualdad; y, la falta de fe en el orden establecido.
La crisis ha causado el colapso o la derrota electoral de los gobiernos de Grecia, Italia y España. Por su parte, Alemania, que es el paÃs más rico y poderoso de la eurozona, insiste en que sus vecinos se tomen la medicina de la austeridad si quieren que BerlÃn los ayude. Esto es lo justo ante los ojos alemanes. Pero para los pueblos del sur de Europa, no se trata más que de una receta impuesta por un poder extranjero e implementada por funcionarios no electos. Sobreviva o no el euro, a los europeos se les terminará por acabar la paciencia ante lÃderes que generan más dolor que esperanzas.
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Este es el resumen del artículo "El año del puño" publicado en Diciembre 26, 2011 en la revista Business Week.
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