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Buscando dinero



Revista: The Economist
Tema: Negocios en Brasil
Fecha: Septiembre 13, 2003
El sistema tributario brasileño financia una cuantiosa deuda pública y alimenta a un Estado hambriento; aparte de eso, erosiona a la empresa, crea conflictos entre regiones y niveles de gobierno y castiga a los pobres.

Debido a los impuestos, Brasil es más pobre y más desigual que lo que debería ser. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, hizo de la reforma tributaria una de sus prioridades para el primer año de mandato, por tal razón hace unas semanas sus seguidores políticos llevaron hasta el Congreso la propuesta de una enmienda constitucional destinada a tal fin. La reforma toma apunta a algunos de los males principales del sistema tributario como el sistema de impuesto de Valor Agregado (IVA), llamado el ICMS, bajo el cual cada uno de los estados impone su propio régimen. La idea es hacer la recaudación más justa dirigiendo los beneficios a las regiones pobres y a los ciudadanos más desfavorecidos.

Pero el resultado puede ser un salto en la carga impositiva, mucho mayor que la de los países de mediano ingreso y un patrón de impuestos casi tan bizantino como el actual. Años de escaso crecimiento económico y apretados presupuestos hacen de este un mal momento para la reforma fiscal, a criterio de algunos expertos. Particularmente el rediseño del ICMS, amenaza a dos grupos: uno el conformado por los contribuyentes ordinarios que podrían terminar pagando más cuando se organicen las tasas de los 44 estados en sólo cinco nacionales, otro los estados industrializados, como Sao Paulo.

La solución, el cambiar el beneficio de un impuesto desde el estado donde un bien es producido a otro donde es consumido, daña a los estados de gran producción (Sao Paulo podría perder hasta 13% de sus ingresos por esta medida). Otras mejoras también son de doble filo. El COFINS, un impuesto acumulativo, se puede convertir en un impuesto al valor agregado común; por lo que los líderes de negocio temen que el gobierno quiera explotar el cambio para lograr ingresos extras del impuesto, lo cual ayudaría a financiar la seguridad social.

La principal virtud de la reforma propuesta es que los estados más pobres lograrían más recursos y la gente pobre se beneficiaría de una nueva estipulación que indica que los bienes básicos deben ser los de menor tasa de ICMS y podrían hasta ser exentos. Pero en esencia, no se obtienen grandes avances en lo fundamental, remover los efectos perversos de los impuestos en la producción. El paso en el Congreso la semana pasada fue solo el comienzo. Luego vendrán las discusiones y el envío del documento al Senado, que deberá votar dos veces. Mucha de la sustancia se dejará en manos de leyes complementarias y el Senado podría diferir los asuntos más álgidos por otro año. Puede que no sea tan malo que para la reforma tributaria, Brasil espere hasta que la economía se fortalezca y los estados calmen sus ansias por mayores beneficios.




Este es el resumen del artículo "Buscando dinero" publicado en Septiembre 13, 2003 en la revista The Economist.

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