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Lecciones de los estudiantes



Revista: The Economist
Tema: Política
Fecha: Abril 14, 2012
Chile hace tiempo que se estableció como el primer país desarrollado de América Latina. Su entrada per cápita se ha triplicado desde 1990, a unos US$ 16.000. Su éxito responde a una simple fórmula: una economía de libre mercado apoyada por las reglas de la ley y un Estado fiscalmente responsable. Más que otros latinoamericanos, ellos han confiado en que el mercado proveerá no solo el crecimiento, sino hasta los servicios públicos como la educación, la salud, las pensiones y la infraestructura. Ahora este enfoque está más bajo presión que en cualquier época anterior desde el 1990. Durante el pasado año, los estudiantes demandaron que las universidades fueran gratis para ellos y que el Estado asumiera el papel dominante en la educación, impidiendo que se saquen beneficios económicos de esta. Su causa tiene un amplio apoyo del pueblo. Ellos se han vinculado con grupos locales de protesta por todo el país y han ampliado sus demandas para incluir la nacionalización de las minas de cobre. A menos que los políticos chilenos respondan a la frustración que se esconde tras las protestas, el país se arriesga a sucumbir al populismo que aflige a su vecino, Argentina.

A medida que ha crecido, la clase media de Chile ha sentido que los beneficios de la prosperidad están distribuidos de forma injusta. Algunos quieren que el gobierno lo remedie tomando un rol más preponderante en la economía, lo que sería un error. El éxito del país viene en gran medida de ser una economía de bajos impuestos que ha cultivado la inversión privada y la iniciativa. Los estudiantes tienen un par de reclamos justos. Uno es que Chile necesita mejorar sus gastos en la educación. La economía es aun dependiente de la minería, que genera un 62% de los ingresos de exportación. Antes o después el precio del cobre caerá y Chile debe desarrollar otro negocio de alto valor y para eso debe educar bien al pueblo. Piñera argumenta con razón que un gasto adicional en educación debería ir a mejorar las escuelas y extender las instalaciones preescolares, pues la desigualdad en Chile comienza a edades tempranas. Los universitarios tienden a venir de familias privilegiadas, y si el Estado asumiera todos los costos, se exacerbarían las desigualdades del país.

Pero las universidades estatales podrían ayudar a recortar los costos de los estudiantes reduciendo la longitud de las carreras, y el gobierno, ayudar a informar sobre las opciones de los estudiantes en su educación terciaria, publicando, o requiriendo que las universidades publiquen más datos sobre las cuotas y los salarios que los graduados de diferentes cursos van a ganar. El segundo reclamo justificado de los estudiantes es que el sistema en Chile está sesgado a favor de los privilegiados. Quienes estudian en universidades “tradicionales†(tienden a ser más ricos) reciben prestamos más baratos que en otras universidades. Una ley que termine con este favoritismo se está moviendo a través de la legislatura lentamente: los beneficiarios del sistema actual están cabildeando quietamente contra esto.

No es solo en la educación superior que las personas influyentes ordeñan al sistema. En enero la autoridad competente encontró que las tres mayores cadenas de farmacias (juntas controlan el 90% del mercado), se han unido para subir el precio de más de 200 medicinas en un 50%. El gobierno ha empezado a abordar a estos carteles, pero para convencer a los chilenos de que están obteniendo una justa porción del crecimiento del país, necesitará ser más fuerte. La principal cuestión en Chile es si el sistema político se ha vuelto demasiado inflexible para hacer las reformas que el país necesita para resolver estas frustraciones sin dañar el crecimiento. Es un mal signo que el Congreso, sometido a cabildeos, esté dando vueltas sobre la simple cuestión de igualar los préstamos estudiantiles. Chile aún está a tiempo de cambiar. Pero esto dejará las frustraciones de su nueva clase media crecer a su propio riesgo.




Este es el resumen del artículo "Lecciones de los estudiantes" publicado en Abril 14, 2012 en la revista The Economist.

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