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CEOs que deberían perder su trabajo



Revista: Fast Company
Tema: Personajes de negocios
Fecha: Octubre 2003
Autor(es): Jennifer Reingold
La era del CEO intocable ha terminado gracias a los fraudes y escándalos como Enron, HealthSouth, Tyco, y WorldCom. Ahora muchos son criticados por el más leve movimiento, tal como la salida reciente del presidente ejecutivo de American Airlines, Donald Carty, quien renunció después de las quejas de los sindicatos al enterarse de las importantes ventajas financieras que recibían los directivos, mientras que a los trabajadores se les pedía aceptar recortes salariales para evitar la quiebra de la empresa.

Hoy en día los ejecutivos podrían perder sus puestos incluso por un pobre desempeño (un 78% de los CEOs de las empresas de peor desempeño en el ranking S&P 500 han sido reemplazados en los últimos cinco años). Fast Company decidió revisar el otro 22%, aquellos que se han mantenido en sus posiciones. El trabajo abarcó empresas cuyas acciones habían tenido un bajo desempeño en los últimos cinco años. También se consideraron a los CEOs cuyas prácticas corporativas eran bajo par o cuyas compensaciones parecían ser excesivas.

En la lista de discusión estaban Michael Eisner, quien salvó en los ochenta a Walt Disney Co. y ha tratado más recientemente (sin lograrlo) de recapturar el toque de los días gloriosos. Luego está Christopher Galvin de Motorola, el heredero que llevó a la una vez empresa líder del mercado a una historia de pérdidas. Robert Waltrip, el CEO de 72 años de Service Corporation International empresa de funerales. Patrick Ryan, el CEO de Aon Corp., el montruo de la industria aseguradora que ha visto sus márgenes caer mientras los de sus competidores aumentan. Y Peter Karmanos Jr., fundador y CEO de Compuware Corp., cuya directiva parece no haber notado que los ingresos han caído año tras año. Ciertamente ninguno de estos gerentes ha sido acusado de algún delito y la mayoría ha tratado de reparar lo que ha hecho, pero la verdad es que los resultados han sido abismales. Si los tiempos han cambiado e incluso si no lo han hecho, ¿por qué estos altos ejecutivos tienen todavía sus cargos? ¿Cuántos errores deben cometer para salir de las empresas? Y lo más importante ¿existe algo que se pueda aprender de la supervivencia que han demostrado?

La verdad es que aunque los fraudes corporativos y los prospectos de demandas legales han desempolvado el temor a Dios, ha sido poco lo que se ha hecho en cuanto a reforma formal, aparte del Acta de Sarbanes-Oxley Act. La presencia de los medios de comunicación también ha contribuido, pero hasta que los accionistas de las empresas no tengan algún poder para seleccionar o remover directivos, no habrá mucha presión sobre la gerencia. La tendencia actual es que las directivas que son buenas serán mejores, y las que son malas permanecerán en el tiempo. Es más probable que los directores tengan experiencia financiera, sean libres de establecer conexiones con otros miembros y tengan una clara responsabilidad con el inversionista. Pero pocos se dan cuenta de cuánto les cuesta a estos directores adaptarse al ritmo, cambiar la cultura corporativa y si es necesario, deshacerse de los haraganes.

Algunas de las directivas de las empresas evaluadas parecen olvidar cualquier cambio, considerando el planteamiento por ejemplo de quien ostenta la silla de la gerencia. Uno de los pilares del gobierno corporativo es separar los cargos de presidente y CEO. Ello se debe a que una persona que tenga las dos responsabilidades es más difícil de retar y cuestionar. En todos los casos escogidos, la persona tiene las dos funciones.

Las diferencias o conflictos de interés son otro obstáculo. En Disney, la directiva de Eisner fue considerada por años como el modelo de mala gerencia corporativa. Sus miembros externos incluían el arquitecto personal de Eisner, el director de la escuela de sus hijos y el actor Sidney Poitier.

Algo curioso pasa cuando el CEO ha estado en su cargo por un largo tiempo. La gente se acostumbra a ello. Generalmente se trata de una buena persona con excelentes intenciones y las mejores conexiones. Y en una atmósfera que se nutre más de evitar riesgos que tomarlos, se tiene la ventaja de conocer ampliamente al personaje. Una de las trampas es entonces tener un CEO muy bueno pero no muy brillante, que no tiene estrategia ni es capaz de crear una. Allí surge el dilema de si es mejor atreverse con un desconocido o quedarse con lo que se tiene y conoce. Eso puede ser lo que se preguntan sobre Robert Waltrip, CEO durante los últimos cuarenta años del ahora llamado Service Corporation International

Otro de los vicios es la mística del fundador. Incluso cuando una empresa familiar se convierte en una multinacional, aparece la nostalgia por “la forma como se hacían antes las cosas”. Es el caso de Motorola, cuya cultura se sostiene pasando la antorcha de generación en generación y que tuvo a Chris Galvin, entre los gerentes cuyas políticas no funcionaron en la empresa. Otros casos son el de Waltrip en SCI o Patrick Ryan en Aon. El desequilibrio de poder (entre una directiva y un ejecutivo) es mucho mayor cuando se trata de un fundador.




Este es el resumen del artículo "CEOs que deberían perder su trabajo" publicado en Octubre 2003 en la revista Fast Company.

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