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Trabajos extraños: Propietario de un salón para descargar la ira



Revista: Business Week
Tema: Empresas
Fecha: Octubre 2012
Donna Alexander no tiene muchas reglas en el salón para descargar la ira, negocio que ella fundó en un pequeño centro comercial. Pero ella insiste en que los clientes no traigan sus propios machetes o motosierras. “Me preguntan eso con frecuencia”, ella dice. “Ellos me dicen, ‘Oh, ¿usted no tiene machetes? ¿Puedo traer el mío propio? De verdad es un buen machete’. Y tengo que contestarles que ‘¡No! Bajo ninguna circunstancia usted puede traer machetes aquí’”.

Ella les provee con bastantes armas perfectamente mortales. A los clientes del salón para descargar la ira se les ofrece una selección de bates de beisbol, palos de golf, raquetas de tenis, palanquetas y, si se sienten particularmente creativos, brazos y piernas provenientes de maniquíes. Lo que hagan con esas armas dependerá de ellos. El salón para descargar la ira está equipado con una variedad tentadora de cosas no vivientes para destruir, como televisores, monitores de computadoras y mobiliario de oficina. Es un ambiente controlado donde los clientes pueden actuar libremente como sicópatas, liberando así sus frustraciones sobre cualquier cosa que esté dentro de una distancia aplastante.

Existen medidas de seguridad –todos los clientes usan cascos y lentes de protección– y estrictos límites de tiempo de ejecución. Usted puede escoger desde una sesión “Necesito un Respiro” de cinco minutos (por US$ 25), una de “Arremetimiento” (por US$ 45), o la menos popular de todas “Demolición Total” (por US$ 75). “La mayoría de las personas sólo duran entre dos y tres minutos en promedio”, dice Alexander. “Tenemos algunos clientes regulares que pueden durar entre 5 y 15 minutos”. Cuando un cliente solicita 25 minutos, y de verdad los utiliza todos, Alexander lo considera como una señal de advertencia. “Ese es el momento en que se les sugiere buscar una terapia real”, dice.

Desde la inauguración del salón para descargar la ira en diciembre de 2011, ella tiene un promedio de 240 clientes al mes, y los números siguen en alza. Con tan sólo un espacio designado para crisis catárticas en su local de 279 metros cuadrados, ella decidió expandirse. “Añadimos dos cuartos adicionales hace unas semanas”, dice, la mayoría de los cuales no son más amplios que el espacio de una oficina. Además se le han ofrecido oportunidades para iniciar una franquicia, con ofertas de posibles socios en todos los 50 estados de EUA. “He tenido unas 180 solicitudes hasta ahora”, dice. “Los inversionistas desean abrir salones para descargar la ira en Australia, Rumania, Alemania, prácticamente en todas partes. Es algo impresionante”.




Este es el resumen del artículo "Trabajos extraños: Propietario de un salón para descargar la ira" publicado en Octubre 2012 en la revista Business Week.

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